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La tecnología inclusiva ha representado un verdadero parte aguas para que miles de personas puedan acceder a una mejor calidad de vida. En el contexto de la enseñanza, se ha consolidado como uno de los factores decisivos para el desarrollo de comunidades enteras.
Hoy hablaremos de tecnología inclusiva en la educación superior, sin embargo, antes de entrar de lleno al tema, necesitamos entender adecuadamente qué significa la educación para todos y qué papel tiene el mínimo común denominador tecnológico de cada población en específico al momento de elegir y adoptar ciertas herramientas digitales.
Alcanzar una educación que verdaderamente sea viable para todos se ha convertido en uno de los retos más grandes de las instituciones en todos los niveles, ya que la falta de inclusión educativa es uno de los factores que más contribuyen a mantener y promover la desigualdad social.
La educación inclusiva parte de la premisa de que no todas las personas tienen las mismas necesidades, capacidades, contextos ni estilos de aprendizaje, y que, sin embargo, todas merecen la oportunidad de acceder a una enseñanza de calidad que les brinde las mismas oportunidades.
Para lograrlo, se necesita crear condiciones materiales y tecnológicas que permitan a todos acceder a experiencias educativas de calidad, pero es igual de importante combatir activamente a la discriminación y los prejuicios en todos los niveles, tanto entre los estudiantes como aquellos que pueden venir de la institución misma. Algunos de los más frecuentes son:
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Gestionar la enseñanza desde una perspectiva inclusiva siempre ha sido necesario, pero hoy en día es especialmente urgente y complejo debido a las brechas digitales adicionales que la tecnología emergente está creando.
Actualmente, mientras millones de personas ya están beneficiándose de los dispositivos móviles y la conectividad permanente para fines educativos, prácticamente la otra mitad de la población aún tiene dificultades relativas al acceso o uso de estas tecnologías, principalmente quienes residen en comunidades rurales o viven en situación de pobreza.
Se ha hablado mucho de la importancia de adoptar tecnologías más innovadoras en la educación, pero se ha hablado poco de cómo ésta adopción puede profundizar aún más las desigualdades, dejando relegados a muchos estudiantes, profesores, escuelas y comunidades que no pueden acceder a esas tecnologías tan rápido.
La tecnología puede ser una gran manera de impulsar la inclusividad educativa, pero también puede ser un arma de doble filo si no consideramos cuidadosamente las condiciones de accesibilidad en nuestra comunidad.
El mínimo común denominador tecnológico (MCDT) en la educación tradicionalmente se ha referido a las habilidades y conocimientos básicos que los estudiantes y docentes deben tener para utilizar efectivamente la tecnología en el aprendizaje y la enseñanza. Sin embargo, esta interpretación asume que son las personas las que deben adaptarse a la tecnología y no la tecnología a las personas.
Dentro de la óptica inclusiva, el MCDT se refiere a aquellas tecnologías y conocimientos que los usuarios ya tienen y dominan, y que pueden ser la base para que un mayor número de personas acceda a mejores experiencias educativas.
Por ejemplo, muchos estudiantes de comunidades remotas no cuentan con una computadora con conexión a internet de alta velocidad, pero sí tienen un teléfono inteligente con conexión Wifi intermitente.
En este caso, cualquier tecnología educativa inclusiva para este sector tendría que adaptarse a ese MCDT, lo que deja fuera algunas aplicaciones específicas, como las clases en línea en tiempo real y las plataformas LMS que forzosamente requieren que el estudiante ingrese desde una computadora.
En conclusión, si la educación inclusiva busca garantizar que todos tengan las mismas oportunidades, la tecnología inclusiva es aquella que no genera obstáculos adicionales para ciertas personas, ni promueve ventajas especiales solo para quienes sí pueden costearlas.
Cada institución necesita analizar detalladamente cuál es el MCDT de su público objetivo y basar su infraestructura tecnológica en el acceso viable y sencillo a dichas tecnologías. Es importante aclarar que, paradójicamente, mientras más simple sea el acceso para el usuario final, más planeación estratégica requiere la tecnología que hay detrás.
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Aunque suelen ir de la mano, una cosa son las tecnologías educativas y otra las metodologías. La mejor estrategia es combinar tecnologías y metodologías con alto potencial para la inclusividad. Comencemos viendo algunas de las herramientas digitales con más penetración en la enseñanza con enfoque inclusivo:
Expandir la educación más allá de las aulas físicas ha sido uno de los factores más importantes de inclusividad para aquellos estudiantes que por cualquier razón no pueden desplazarse diariamente para tomar clases presenciales.
Si bien los LMS pueden configurarse como entornos de aprendizaje virtual muy completos, es importante recordar que solo son realmente útiles para públicos cuyo MCDT es una computadora con conexión fija.
El MCDT más común en Latinoamérica es un teléfono inteligente con conexión intermitente a redes Wifi. Cuando deseamos brindar experiencias educativas a este tipo de público, una herramienta que puede sernos de gran utilidad son los sistemas de mensajería como WhatsApp, debido a que la mayoría de las personas ya están acostumbradas a utilizarlos en su día a día.
Gracias al contenido multimedia y a metodologías que veremos más adelante, como el microlearning, es posible ofrecer cursos, talleres, capacitaciones y actualizaciones de toda clase por este medio.
Si bien suelen ser más costosas que las plataformas LMS tradicionales, la realidad aumentada y la realidad virtual como estrategias para la inclusión educativa nos permiten crear experiencias prácticas y muy eficientes de aprendizaje.
Esto les ayuda a los alumnos a desarrollar y fortalecer más rápidamente habilidades clave, desde soft skills interpersonales para la empleabilidad hasta competencias técnicas muy específicas, como reparaciones mecánicas, por poner un ejemplo.
Sin embargo, no debemos olvidar que las herramientas físicas para poder usar estas tecnologías aún no permean en toda la población, por lo que se trata de buenas opciones para la inclusividad cuando podemos subsidiar también el hardware que los estudiantes necesitan para aprovecharlas.
En este apartado se incluye toda clase de software y hardware con aplicaciones para lectura y escritura para personas con alguna discapacidad visual, motriz o auditiva o cualquier otro tipo de dispositivo de asistencia.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 15% de la población mundial vive con alguna forma de discapacidad. Con más herramientas tecnológicas de accesibilidad en cada centro escolar, podría lograrse que millones de personas accedieran a mejores oportunidades educativas.
Las bibliotecas virtuales pueden desempeñar un papel importante en la inclusión educativa al proporcionar a los estudiantes y educadores accesos a recursos y materiales educativos de gran calidad, sin importar su ubicación geográfica, situación económica o si tienen alguna discapacidad, ya que generalmente también incluyen herramientas de accesibilidad.
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La tecnología por sí misma no basta para posibilitar la inclusión educativa. Es fundamental aparejarla con las metodologías pedagógicas más innovadoras que realmente puedan facilitar y simplificar el aprendizaje para todos. Mencionaremos tres de las más importantes actualmente:
El microlearning o microaprendizaje es una metodología de enseñanza que se basa en unidades o cápsulas de información muy breves y que se van engarzando unas con otras de manera secuencial, pero que pueden ser consumidas en su totalidad en muy poco tiempo.
Esto presenta varias ventajas. Por un lado, hace que sea mucho más sencillo potenciar la motivación mediante la gamificación, por otro lado, posibilita que personas que no tienen conexión estable a internet o no cuentan con mucho tiempo disponible, pueden acceder a los contenidos en sus ratos libres y desde cualquier lugar en donde tengan Wifi.
Este enfoque de enseñanza se adapta a las necesidades y habilidades de cada estudiante, utilizando la tecnología para personalizar el proceso de aprendizaje de cada uno, de modo que puedan avanzar a su ritmo sin quedarse rezagados, con retos que siempre resulten interesantes pero manejables de acuerdo con su propio nivel.
El ABP es una metodología de enseñanza que se enfoca en el aprendizaje activo y el trabajo en equipo para resolver problemas y desafíos reales. En el contexto de la inclusión educativa, el ABP con enfoque de responsabilidad social es una herramienta muy efectiva para fomentar la participación de todos los estudiantes en la sociedad, sin importar sus diferencias, sino haciendo énfasis en las similitudes.
Además, el ABP facilita el desarrollo de habilidades sociales y emocionales, como la empatía, la colaboración y el pensamiento crítico, todas ellas las podemos identificar como competencias muy valoradas para la empleabilidad.
En Pearson Higher Education somos parte de la mayor empresa de servicios de aprendizaje en el mundo. Una de las razones por las cuales nuestras soluciones son tan valoradas en más de setenta países es que se adaptan a las necesidades de un público muy amplio desde un enfoque de inclusión educativa total.
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