Ventajas del método de simulación en la educación superior

  • Fecha de publicación: 12 de enero de 2024
Educación del futuro
Tiempo de lectura: 9 min.

La simulación en educación es una de las herramientas pedagógicas más valiosas en las que vale la pena que invierta tu universidad, te explicamos por qué.


Índice de Contenido

  1. ¿Qué es la simulación en la educación?
  2. ¿Cuáles son las características de un simulador educativo?
  3. ¿Cuál es el rol del docente en el método de la simulación educativa?
  4. ¿Cuáles son las ventajas de la simulación en educación?
  5. ¿Cuáles son las desventajas de los simuladores educativos?

Las herramientas de simulación en educación superior permiten a los alumnos desarrollar competencias integrales y ser evaluados en escenarios críticos altamente alineados con los retos que enfrentarán en la vida real.  

La simulación de procesos y escenarios es una excelente aliada para los estudiantes y los docentes en todas las áreas académicas de tu institución. Hoy revisaremos qué es exactamente un simulador educativo y cuáles son sus ventajas.

¿Qué es la simulación en la educación?

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Los simuladores educativos son herramientas que entran en el ámbito del modelo pedagógico experiential learning (aprendizaje experiencial) y su aplicación práctica: learning by doing (aprender haciendo).  

Este enfoque, en el que al alumno toma un papel activo en el proceso, ha demostrado ser mucho más eficaz que otros métodos de enseñanza tradicional. Como bien dice una cita atribuida al filósofo Confucio: si escucho, olvido; si veo, recuerdo; si hago, comprendo.  

También se ha comprobado que las simulaciones ofrecen muchas de las ventajas de la práctica, pero sin los riesgos que implicaría someter a un alumno poco experimentado a un contexto delicado en el que muchas cosas pueden salir mal.  

Dado que los simuladores permiten que los alumnos aprendan a su propio ritmo y brindan feedback inmediato, también pueden considerarse parcialmente dentro de la categoría de herramientas de aprendizaje adaptativo.  

Un simulador educativo puede venir en muchas presentaciones que varían inmensamente en niveles de sofisticación e interacción humana; desde un montaje de una situación determinada con actores que saben cómo y cuándo reaccionar, hasta un software de realidad virtual que cambia los parámetros del ambiente de acuerdo con las acciones del usuario.  

Por poner un ejemplo, tan solo en el contexto de las ciencias de la salud, existen varios tipos de simulaciones:

  • Un actor representa el rol del enfermo o de un “paciente estandarizado” y expresa una serie de síntomas a partir de los cuales el practicante debe hacer un diagnóstico. 
  • Un modelo tridimensional de un tórax humano o un maniquí automatizado, que permite realizar maniobras de reanimación cardio pulmonar a los paramédicos en entrenamiento. 
  • Software para computadora que simula una conversación con un paciente al que es necesario darle malas noticias, con diferentes opciones para que el médico elija cómo manejar la información.

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¿Cuáles son las características de un simulador educativo?

De acuerdo con el famoso teórico de la educación David Kolb, el aprendizaje no es un resultado, sino un proceso en donde se construye el conocimiento a través de la transformación de la experiencia y que necesariamente incluye la resolución de conflictos y cierta clase de intercambio entre las personas y el entorno.  

El modelo de la simulación como método de enseñanza y aprendizaje en el aula universitaria puede adoptar muchas formas, pero parte de una metodología que siempre va a incluir:

  • Una recreación sensorial, social o multimedia de una situación concreta. 
  • Observación reflexiva de la situación y conceptualización abstracta de la experiencia.
  • Búsqueda de soluciones y/o mejoras, así como toma de decisiones. 
  • Experimentación interactiva con consecuencias sensibles en la recreación.

Todo lo anterior puede resumirse del modo que sigue: un simulador educativo, para ser considerado como tal, debe permitir al usuario entrar en contacto con ciertos elementos de una situación (dependiendo de qué tan complejo sea el simulador) e interactuar con ellos, obteniendo retroalimentación inmediata sobre el resultado de sus acciones. 

Por ejemplo, un simulador virtual de una intervención quirúrgica les permite a los alumnos de cardiología practicar operaciones complejas, como un trasplante de corazón, en un entorno lo más similar posible a un cuerpo humano real. 

Además, si las maniobras o procesos de los estudiantes no son las correctas, el simulador puede avisar al usuario que algo anda mal, del mismo modo que lo harían los sistemas de soporte de vida en una operación real.  

Tres factores importantes al momento de evaluar la calidad y relevancia de cualquier simulador educativo son los siguientes: 

  • Generalización: Significa que el modelo de simulación puede incluir gran cantidad de variables y variaciones relacionadas con la situación o contexto que está recreando. 
  • Realismo: El simulador debe incluir la mayor cantidad posible de elementos contextuales y/o sensoriales propios de la situación que recrea. 
  • Complejidad: Las variables del modelo deben reflejar distintos escenarios de toma de decisión para el usuario, adecuados a su nivel de conocimientos. 

Es recomendable integrar los simuladores educativos con otros modelos y estrategias para el aprendizaje siempre que sea posible. Por ejemplo, el trabajo en equipo, el design thinking o la gamificación. De esta manera se refuerza el aprendizaje significativo y se alimenta una poderosa sinergia de motivación.

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¿Cuál es el rol del docente en el método de la simulación educativa?

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Las primeras simulaciones educativas con tecnología analógica se remontan al entrenamiento de los pilotos en aviación militar en la década de los 30´s. Posteriormente, en la segunda guerra mundial, se utilizaron simulaciones para realizar prácticas experimentales de estrategias militares.  

No es sino hasta a mediados de los ochenta que los simuladores comenzaron a popularizarse como una herramienta educativa universitaria, sobre todo en las áreas de ciencias e ingeniería, aunque el paradigma de la enseñanza seguía sin experimentar grandes cambios.  

Actualmente, a diferencia de la enseñanza convencional, en el contexto del aprendizaje experiencial con simuladores, el maestro no transmite conocimientos expresamente ni expone cómo se resuelven los problemas.  

Lo que hace es establecer y explicar claramente objetivos que requieren ciertas competencias clave, y posteriormente guiar a los estudiantes a encontrar la información, adquirir las habilidades y tomar las decisiones necesarias para alcanzar dichas metas mediante prueba y error.  

Es interesante mencionar que los primeros simuladores, aunque tenían fines de entrenamiento, sentaron las bases de lo que se convertiría en una de las industrias más boyantes a partir de la segunda mitad del siglo pasado: los videojuegos. 

Estos no son más que simulaciones computarizadas de uso lúdico en las cuales el usuario se ve inmerso en un mundo virtual y debe resolver problemas y enfrentar retos mediante el desarrollo de ciertas habilidades y el análisis del entorno. Por ejemplo, desarrollar destreza motriz para enfrentar enemigos o desplegar su intuición cognitiva para resolver acertijos sutiles.  

Cabe aclarar que, actualmente, hay muchos videojuegos expresamente diseñados para fines educativos, aprovechando al máximo la motivación en esta clase de procesos cognitivos. 

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¿Cuáles son las ventajas de la simulación en educación?

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Entre las muchas ventajas de la simulación en la educación destacan las siguientes: 

  1. Participación 100% activa del estudiante en su proceso de aprendizaje.
  2. Tolerancia al error que permite al alumno estar más relajado y experimentar con más confianza. 
  3. Integración sensorial del aprendizaje, es decir, el alumno absorbe información sobre la misma situación desde varios canales cognitivos.
  4. Las simulaciones generalmente ofrecen retroalimentación inmediata. 
  5. Se genera un aprendizaje mucho más significativo, pues el alumno puede comprobar de primera mano qué impacto tendría su desempeño en la vida real. Es decir, hay una transferencia mucho más directa del aprendizaje. 
  6. Ahorro a mediano y largo plazo, ya que, aunque las herramientas de simulación digital pueden ser costosas, también agilizan la curva de aprendizaje, precisando menos tiempo de parte del docente. 
  7. Los simuladores educativos pueden usarse en distintas etapas del proceso de enseñanza, desde la preparación hasta la evaluación; como herramienta de apoyo o sustituto de prácticas de laboratorio. 
  8. Las simulaciones también pueden recrear experiencias que sería imposible experimentar en carne propia, pero que aportan un punto de vista muy valioso al conocimiento, como un recorrido por el interior del cuerpo humano, un hecho histórico o la vía láctea. 
  9. Incrementan la motivación del alumno, pues este se ve inmerso en situaciones que son relevantes para su rol profesional y su interacción con el entorno.  
  10. Prácticamente, cualquier situación o proceso en cualquier área de conocimiento se puede simular utilizando tecnología digital. 

Gracias a los simuladores educativos es posible desarrollar competencias de todo tipo que sería imposible desarrollar solo mediante la teoría, incluyendo hard skills y soft skills, por ejemplo: 

  • Diagnóstico y solución de problemas. 
  • Conocimiento profundo de máquinas y sistemas complejos. 
  • Dominio de conceptos físicos y matemáticos.
  • Empatía y asertividad en relaciones interpersonales.
  • Desarrollo de facultades psicomotoras gruesas y finas.
  • Memorización de procesos. 
  • Práctica de habilidades de pronunciación en una lengua extranjera.
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¿Cuáles son las desventajas de los simuladores educativos?

Pese a sus muchos beneficios, hay que tomar en cuenta que los simuladores pueden llegar a ser muy costosos por el nivel de esfuerzo y colaboración multidisciplinaria que implica recrear una situación dada con suficientes variables de experimentación.  

Los simuladores más económicos también son buenas herramientas, pero aumenta el riesgo de que el estudiante se acostumbre a pasar por alto variables importantes en la situación real, para las cuales el simulador no tiene sensibilidad.  

Por ejemplo, en vuelo comercial o en una intervención clínica pueden suceder muchas cosas imprevistas que no se pueden configurar en el sistema.  

Pese a esto, no cabe duda de que la simulación en educación es una tendencia que seguirá creciendo de la mano de las nuevas tecnologías, especialmente de la realidad virtual y la inteligencia artificial. Ahora es momento de hacernos las siguientes preguntas:

  • ¿Tu institución de educación superior ya está usando simulaciones educativas para acelerar y optimizar el proceso de enseñanza? 
  • ¿En qué tipo de tecnologías de simulación educativa estás invirtiendo? 
  • ¿Cómo se integran esas tecnologías al resto de tus estrategias académicas?

Recuerda que en Pearson Higher Education tenemos una amplia gama de soluciones digitales especialmente diseñadas para las necesidades de tus alumnos universitarios y los retos de la vida real que enfrentarán al egresar.  

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Referencias

Kolb, D. A. (2014) Experiential learning: Experience as the source of learning and development. FT Press. 

Salas Perea, Ramón S, & Ardanza Zulueta, Plácido. (1995). La simulación como método de enseñanza y aprendizaje. Educación Médica Superior, 9(1), 3-4. Extraído de: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-21411995000100002&lng=es&tlng=es. 

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