La cultura del cambio en educación superior hace referencia a la capacidad de las instituciones académicas de innovar, adaptarse y responder de manera ágil a los retos que los avances tecnológicos y sociales generan en los nuevos entornos de aprendizaje.
Hoy conoceremos los aspectos más importantes y las herramientas esenciales de la denominada cultura del cambio, aprenderemos cómo ha evolucionado en los últimos años y cuál es su papel como estrategia de adaptación e innovación para garantizar que tu universidad sea un espacio de aprendizaje actualizado y competitivo.
Aunque la adopción del término “cultura del cambio” es relativamente reciente, en realidad la idea de que todo está en constante movimiento es una noción muy antigua. Ya decía el filósofo Heráclito que “todo fluye, nada permanece” y lo mejor que podemos hacer ante los eventos inesperados es adaptarnos a ellos para salir adelante.
El ámbito de la educación también está atravesado por innumerables aspectos tecnológicos, sociales y estructurares que igualmente están sujetos al cambio constante y a situaciones imprevistas.
Sin ir más lejos, hace veinte años nadie esperaba que la tecnología influyera tanto en el proceso de aprendizaje; pero surgieron situaciones de orden mundial, como la reciente pandemia por COVID-19, que reconfiguraron para siempre el contexto educativo.
No es ninguna sorpresa que la mentalidad del cambio comenzara a perfilarse y a popularizarse a finales de los años noventa, década en la que la aceleración tecnológica obligó a las organizaciones a reinventar sus procesos para adaptarse a los cambios de la era de la información y de la globalización acelerada.
En el contexto educativo, la integración de recursos digitales y multimedia, así como la instrumentación de ecosistemas de aprendizaje LMS fueron los primeros pasos para adaptarse masivamente a esta cultura del cambio.
La filosofía del cambio modifica muchos de los paradigmas tradicionales del proceso de aprendizaje, y a medida que la vamos adoptando, notamos que:
Partiendo de estos cambios de paradigma, la cultura del cambio en la educación tiene las siguientes características básicas en todas sus aplicaciones:
Los entornos VUCA-BANI están fuertemente influenciados por avances tecnológicos exponenciales y muchas veces impredecibles. Pueden ser sociales, económicos, políticos e incluso educativos, y se caracterizan por su alto nivel de volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad.
En muchos aspectos, los entornos VUCA-BANI están configurando las nuevas realidades de miles de personas y abrazar plenamente la cultura del cambio es una de las mejores estrategias para que mantener la competitividad y el bienestar organizacional y personal dentro de ellos.
Gracias a la cultura del cambio, actualmente las organizaciones pueden anticipar los cambios y tendencias más importantes, así como estar preparadas para reaccionar con rapidez a los cambios repentinos y no planificados que puedan ocurrir.
Más allá de esto, inculcar la mentalidad de cambio en los estudiantes es precisamente lo que les va a permitir enfrentarse con éxito a un mercado laboral sumamente impredecible y competido, encontrando maneras de adaptarse a él mientras que, al mismo tiempo, logran seguir desarrollando sus talentos únicos en sus áreas de interés personales.
Las estrategias adaptativas en educación se caracterizan por su capacidad de adaptarse a las necesidades de los estudiantes, mismas que a su vez están determinadas no solamente por rasgos personales y distintos estilos de aprendizaje, también por los contextos tecnológicos, sociales y digitales en los que están inmersos.
Estos aspectos no solo modifican cuestiones técnicas y operativas de la enseñanza, sino también cuestiones tan fundamentales como la motivación, la autogestión, la atención y la metacognición del estudiante, es decir, el acto de pensar en cómo, por qué y para qué aprendemos.
Veamos cinco estrategias preliminares que son indispensables si buscas establecer bases sólidas para la cultura del cambio en tu IES:
Metodologías como el aprendizaje basado en proyectos (ABP) y el design thinking se han convertido en una de las herramientas más valoradas dentro de la mentalidad del cambio por varias razones.
Las más importantes se relacionan con el hecho de que se trata de una experiencia educativa mucho menos estructurada y que admite que los objetivos de aprendizaje se alcancen de una gran variedad de formas, en correspondencia con las muchas maneras que existen de llegar a un resultado o resolver un problema.
En segundo lugar, el aprendizaje basado en proyectos motiva la búsqueda autogestiva y la experimentación con distintas herramientas actuales, de modo que los estudiantes tienen la libertad de aprovechar todo aquello que tienen a la mano para obtener el resultado deseado.
Generar una política educativa que impulse la innovación no equivale a gastar miles de dólares en tecnologías de última generación -cosa que muchas instituciones de educación superior no están en posición de costear- sino a reconocer y apoyar genuinamente el ingenio, la iniciativa y la eficiencia.
Dicho de otra manera, partir de los recursos actuales para encontrar maneras cada vez mejores y más sostenibles de hacer las cosas, sin poner trabas ni obstáculos, más bien ofreciendo apoyo, a quienes se atreven a tomar riesgos.
De acuerdo con el pedagogo John Biggs, la educación efectiva no se concentra en lo que el estudiante sabe, sino en lo que hace y cómo lo integra a su entorno.
La cultura del cambio implica el desarrollo de planes de estudio que abarcan las nociones educativas que deben ser comunes a todos los estudiantes, pero al mismo tiempo tienen la flexibilidad suficiente para evolucionar y ajustarse a las diferentes maneras de aplicarlas en la vida diaria y en el contexto sociocultural de los jóvenes, así como a sus intereses particulares.
Las habilidades blandas más valoradas actualmente se relacionan de forma directa con la capacidad de crear y mantener una mentalidad de cambio permanente. Nos referimos principalmente a la comunicación, la autogestión, el trabajo en equipo, el liderazgo, el pensamiento crítico y la responsabilidad social.
Fortalecer estas competencias en los estudiantes y en los docentes pavimenta el camino para que todo cambio institucional, estructural o contextual sea interpretado como una oportunidad de crecimiento, y no como una situación negativa ante la cual hay que generar resistencias.
Hoy más que nunca es urgente romper con el paradigma de que la educación superior es la meta final de la enseñanza y que con ella termina el proceso educativo de los individuos. La realidad es que todo podemos y debemos seguir aprendiendo a lo largo de la vida y, de hecho, actualmente esa es una de las claves para seguir siendo competitivos profesionalmente, pero también para mantener un estado de bienestar personal
Una política del aprendizaje continuo no solo requiere que los docentes y el personal académico se actualicen de manera constante, también promueve que las IES ofrezcan opciones asequibles de formación continua a todas las personas en su comunidad.
Sabemos que las universidades tienen un rol protagónico en el fomento de la cultura del cambio a nivel social, por eso, todas las soluciones para la enseñanza que te ofrecemos en Pearson Higher Education están diseñadas para incrementar la competitividad académica de tu institución, pero también la empleabilidad de tus alumnos con competencias profundas como la adaptabilidad y la innovación.
Fullan, M. (2020). Liderar en una cultura de cambio. Ediciones Morata.
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Martínez, A. P. (2022). De un entorno VUCA a un entorno BANI para dar sentido a este mundo de transformación constante. Capital humano: revista para la integración y desarrollo de los recursos humanos, (376), 24.