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Evaluación del aprendizaje:  Todo sobre la educación superior

Escrito por Ideas Pearson | 28-jun-2022 14:00:00

La evaluación del aprendizaje es esencial para la calidad de la educación. Conoce lo más relevante de este instrumento para aplicarlo en tu institución. 

Índice de Contenido

  1. ¿Cómo ha evolucionado la evaluación del aprendizaje?
  2. Evaluación formativa y sumativa ¿por qué son tan importantes?
  3. Evaluación DEL  aprendizaje y evaluación PARA el aprendizaje: ¿cuáles son sus diferencias?
  4. ¿Cómo funciona la evaluación del aprendizaje en cada nivel educativo?
    4.1 Educación preescolar
    4.2 Educación básica I y II
    4.3 Educación superior

La evaluación del aprendizaje es el instrumento que conecta al proceso de enseñanza con la adquisición de conocimientos. Elaborar un correcto proceso de evaluación pedagógica es vital para medir y diagnosticar con eficacia el aprovechamiento de los alumnos.

A continuación, presentaremos una breve descripción de las 4 preguntas más relevantes con respecto a la evaluación del aprendizaje. Aprenderás información útil para mejorar y enriquecer las prácticas aplicadas por los docentes, con el objetivo de desarrollar estrategias efectivas en la evaluación de conocimientos de los estudiantes de educación superior.

1. ¿Cómo ha evolucionado la evaluación del aprendizaje? 

Hay dos momentos históricos que transformaron para siempre la metodología de evaluación del aprendizaje: el primero ocurrió en los años 60 con Michael Scriven, y el segundo en 1989, con Royce Adler.

Michael Scriven revolucionó los programas de evaluación pedagógica cuando declaró que no solo debían evaluarse los resultados finales del alumno, sino que además debía ser observado durante el proceso para hacer de la evaluación del aprendizaje un auténtico instrumento que les permitiera al docente y al alumno tomar mejores decisiones. 

En su ensayo titulado "The methodology of evaluation" (1967) Scriven denuncia el retraso metodológico de los instrumentos de evaluación pedagógica: estos se concentraban en medir principalmente el resultado final del aprendizaje, sin importar cómo había llegado el alumno a su nivel de aprovechamiento.

En esa época, la evaluación del aprendizaje se parecía más a una “rendición de cuentas”, entonces Scriven propuso una nueva metodología: una evaluación formativa y sumativa que tuviera repercusiones reales en el desarrollo académico de los alumnos, y al mismo tiempo, que le permitiera al docente evaluar de forma integral cada aspecto del proceso.

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2. Evaluación formativa y sumativa ¿por qué son tan importantes?

La evaluación formativa se llama así porque participa directamente en el proceso de aprendizaje. Esto quiere decir que mide de forma inmediata y vivencial, diagnosticando la forma en que el alumno experimenta el aprendizaje.

Existen 3 principales beneficios de la evaluación formativa: 

  • Detecta ventajas y desventajas durante la gestión del aprendizaje: la evaluación del docente identifica deficiencias y limitaciones, pero también habilidades y competencias destacadas que el docente podrá utilizar en favor del alumno.
  • Ofrece instrumentos de retroalimentación: el alumno es asesorado en tiempo real por el docente, con el objetivo de detectar sus propias debilidades y fortalezas.
  • Permite trazar cambios de ruta en la estrategia pedagógica: en lugar de analizar las evaluaciones hasta el final (cuando el aprendizaje ya llegó a su fin y los errores ya se han cometido) la evaluación formativa permite advertir a tiempo las posibles amenazas para revertir su impacto.

¿Y qué hay de la evaluación sumativa? Esta se realiza una vez terminado el programa, como un producto final y servirá para que el docente pueda analizar y valorar los logros obtenidos. A partir de estos resultados, es posible diseñar nuevas estrategias de mejora continua.

El segundo momento importante de la evaluación ocurrió en 1989, cuando Royce Adler hizo notar a la comunidad pedagógica que durante décadas el alumno tenía una participación pasiva en el proceso de aprendizaje y ya era momento de que tomara una participación activa y responsable sobre su propia construcción del conocimiento.

Hizo notar que la evaluación formativa impulsaba al alumno a ser más proactivo y tomar decisiones sobre su propio aprendizaje. Para poner esta idea en perspectiva, consideró que existen 3 fases:

  1. Definición de una meta: el alumno ya no se mantiene estático esperando recibir conocimiento, sino que ahora puede definir qué objetivos persigue mientras aprende.
  2. Punto de partida: pensar que todos los alumnos empiezan a aprender con las mismas ventajas es un error. Para Adler, es fundamental diagnosticar en qué condiciones comienza cada estudiante a aprender.
  3. Acción educativa: el alumno y el docente hacen equipo para trazar la mejor ruta de aprendizaje centrada en la empleabilidad.

De esta manera, Adler hizo notar que a la evaluación DEL aprendizaje le hacía falta un complemento, una metodología que le ayudara no solo a evaluar el resultado final, sino los resultados intermedios durante el aprendizaje, así es como surgió la evaluación PARA el aprendizaje.

3. Evaluación DEL  aprendizaje y evaluación PARA el aprendizaje: ¿cuáles son sus diferencias?

Vamos a aprender a identificar la diferencia entre estos dos conceptos fundamentales en  la evaluación educativa: ya sabemos que la evaluación DEL aprendizaje se concentra en los resultados, es decir, en las métricas que reportan el aprovechamiento del alumno al final del curso. 

Por su parte, la evaluación PARA el aprendizaje se concentra en los resultados continuos, los que el alumno reporta día con día durante el proceso, y que pueden mejorar —o empeorar— dependiendo del acompañamiento del docente. ¡Conoce en la práctica!

Como podemos ver en la tabla anterior, para llevar a cabo una evaluación auténtica, de alcances reales, que puedan ser medibles de forma cuantitativa y cualitativa, es necesario combinar ambos modelos: la evaluación formativa (la que sucede durante el proceso) y la evaluación sumativa (la que reporta los resultados al final del proceso).

4. ¿Cómo funciona la evaluación del aprendizaje en cada nivel educativo?

Como señala Saavedra (2008) en su libro Evaluación del aprendizaje: no es posible aplicar las mismas metodologías de evaluación en diferentes niveles académicos, ya que los seres humanos percibimos la realidad y aprendemos de ella de forma diferente según nuestro desarrollo biológico, psicológico y social.

Para entender mejor esta afirmación, hagamos un breve recorrido por los objetivos de la evaluación del aprendizaje en los tres niveles educativos: preescolar, básico y superior. 

Educación preescolar 

Su objetivo es “la potencialización de todas las capacidades de los menores hasta los 6 años” y se divide en tres objetivos:

  1. Individualización: el menor toma consciencia de su condición de individuo. Comienza a tomar decisiones de forma independiente a partir de su percepción particular del mundo.
  2. Socialización: se asume como parte de un colectivo, participa activamente en actividades grupales que le permiten aprehender los códigos básicos de las relaciones interpersonales, como la empatía, el sentido común y el trabajo colaborativo.
  3. Pensamiento infantil: hace referencia al particular proceso cognitivo de los niños, que aún mantienen activo el “pensamiento mágico” producto de la relación entre la fantasía y la imaginación.

En este nivel los aprendizajes a evaluar se concentran en 6 aspectos:

  1. Relaciones socioafectivas
  2. Adaptación a un nuevo entorno (el ambiente escolar)
  3. Desarrollo de actitudes, valores y normas de convivencia social
  4. Psicomotricidad
  5. Razonamiento verbal 
  6. Razonamiento lógico matemático

Educación básica I y II

Este nivel abarca 6 años para la educación básica I, y 3 años para educación básica II. La prioridad de la evaluación en este nivel se concentra en dotar al alumno de las competencias académicas para comprender su rol activo en el proceso de formación curricular.

Por su parte, el docente debe aplicar instrumentos de evaluación auténtica enfocados a medir y diagnosticar el aprovechamiento de los alumnos en términos de contenidos académicos y planes de estudio y al final del curso, la evaluación del aprendizaje se concentrará en el dominio de 4 competencias:

  1. Comprender y producir mensajes asertivos por distintos medios (oral, corporal, visual, musical, etc.
  2. Capacidad para adquirir, procesar y transmitir información.
  3. Razonamiento lógico-práctico, enfocado a la resolución de problemas.
  4. Trabajo colaborativo.

Educación superior

A diferencia de los niveles básicos, la evaluación del aprendizaje en la Educación Superior se enfoca en otras prioridades: asume que los estudiantes han pasado por un proceso de formación que les ha brindado mayores herramientas cognitivas, enfocadas a desarrollar competencias relacionadas con sus expectativas profesionales.

En la Educación Superior los contenidos generales quedaron atrás. Ahora el proceso de aprendizaje se concentra en la preparación académica de una ciencia o área de conocimiento especializado.

En términos generales, la evaluación del aprendizaje a nivel superior no se concentra directamente en los objetivos pedagógicos (en la forma en que el alumno adquiere conocimiento), sino en objetivos proyectivos y funcionales, es decir, en lo que el alumno es potencialmente capaz de construir con el conocimiento adquirido.

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Pero ¿qué aspectos objetivos toma en cuenta la evaluación del aprendizaje en las universidades:

  1. La planeación educativa: desde las actividades realizadas en el aula, hasta la metodología de evaluación. 
  2. Las habilidades desarrolladas por cada individuo a partir de contenidos específicos. 
  3. El uso de diversas modalidades de autoevaluación para que  el alumno se reconozca como parte activa y crítica del proceso: 
  • Evaluación docente-alumno
  • Evaluación entre pares
  • Evaluación grupal e individual
  • Hetero evaluación

Una evaluación integral en la Educación Superior tiene una relación directa con la estructura pedagógica que Jack Delors, en su informe sobre Educación de cara al siglo XXI, denominó como los 4 pilares de la educación. 

  1. Aprender a conocer: apropiarse de los conocimientos desarrollando capacidades profesionales.
  2. Aprender a hacer: desarrollar capacidades pragmáticas y objetivas. Saber transformar los conocimientos adquiridos en oportunidades. 
  3. Aprender a convivir: saber interactuar en su entorno, reconociendo la importancia de la diversidad y la universalidad.
  4. Aprender a ser: reconocerse como un individuo en constante formación dentro de una sociedad en permanente transformación.

A diferencia del siglo pasado, en la actual era digital los sistemas de evaluación del aprendizaje ya no se enfocan en medir solamente la cantidad de información que  puede absorber un estudiante. Hoy en día se enfoca en registrar y analizar el impacto de la educación en su vida diaria, en sus expectativas profesionales en el corto y mediano plazo.

Con el crecimiento exponencial de la tecnología en la educación, la evaluación autética del aprendizaje en la Educación Superior tiene un gran reto: diagnosticar y medir el aprovechamiento de los estudiantes a partir de su capacidad para desarrollar las competencias clave que definirán su competitividad en el mundo laboral.

En Pearson Higher Education estamos convencidos de que la Educación Superior necesita contar con recursos enfocados a satisfacer las demandas de los jóvenes que hoy más que nunca requieren de las mejores herramientas en capacitación para competir en el mercado laboral. Te invitamos a conocer nuestras Plataformas de Aprendizaje y descubrir todo lo que podemos hacer por tu institución.  👇

Referencias

Miller, M. D., Linn, R. L. y Gronlund, N. E. (2012). Measurement and Assessment in Teaching (11a ed.). USA: Pearson.

MANUEL, Saavedra R. Evaluación del aprendizaje. Editorial Pax México, 2008.

Mendiola, M. S., & González, A. M. (2020). Evaluación del y para el aprendizaje: instrumentos y estrategias. Imagia Comunicación.

Ruiz, F. A., & Schumacher, C. (2008). Evaluación del aprendizaje universitario. Educación y educadores, 11(2), 91-105.