La educación continua se enfoca en ofrecer alternativas de capacitación a quienes ya terminaron o están por terminar su educación superior. El objetivo es ampliar los conocimientos adquiridos y mejorar las habilidades profesionales.
Estar en constante aprendizaje y mejorar las habilidades es una de las actitudes profesionales que más buscan las empresas del futuro; además, a nivel personal y social también ofrece múltiples ventajas. ¿Quieres saber cuáles son? ¡Sigue leyendo!
Esta es la realidad del mundo profesional como lo conocemos hoy en día: el aprendizaje y la capacitación continua son una prioridad, y no una alternativa. Ya quedó en el pasado aquella época en la que unas cuantas habilidades profesionales nos permitían desempeñar el mismo trabajo durante 20 años.
Durante la Segunda Revolución Industrial así funcionaban las empresas: a principios del siglo pasado, la electricidad y los avances tecnológicos mejoraron las cadenas de montaje y la producción masiva, dándole prioridad a la automatización y el trabajo mecanizado.
A finales del siglo XX, Internet cambió las reglas del juego: la informática y el Big Data optimizaron los procesos y se convirtieron en una prioridad para las empresas, que ahora requerían profesionales más capacitados y en formación continua.
Actualmente, la Cuarta Revolución ya no es industrial, sino digital: predomina la sistematización inteligente por encima de la mecanización, incluyendo otros elementos que ya están presentes en nuestra vida cotidiana y laboral aunque no podamos verlos a simple vista, por ejemplo:
El crecimiento exponencial de la tecnología ha colocado a los profesionistas en una posición privilegiada en la historia, pero, al mismo tiempo, les ha dado una gran responsabilidad: mantenerse en formación continua para estar a la altura de las expectativas que demanda el mercado laboral actual.
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No debemos confundir educación continua con capacitación continua, ya que ambos conceptos tienen grandes diferencias: la educación continua se refiere al proceso por el cual un profesional se actualiza, mejora y perfecciona sus habilidades profesionales, mientras que la capacitación se enfoca en el adiestramiento de habilidades específicas para mejorar el desempeño en una actividad dentro de un proyecto o empresa.
En un ambiente laboral tan competitivo como el que vivimos ahora, la optimización y adquisición de conocimientos es uno de los requisitos más solicitados dentro de las empresas. De hecho, las áreas de Capital Humano dedican más tiempo que antes a la capacitación de personal que cuente con perfiles dinámicos, es decir, que sepan adaptarse rápidamente a entornos en constante transformación.
Para tener una idea más objetiva, definamos algunas de las diferencias entre educación y capacitación:
Es un proceso inductivo y conductual: se enfoca en estimular al profesional para que obtenga conocimientos prácticos, vinculados con un área específica y pueda desarrollar competencias y habilidades directamente relacionadas con un campo laboral o las necesidades de una empresa.
El proceso educativo es más complejo que el de la capacitación, ya que no solo busca adiestrar a la persona para una labor específica. La educación es formación continua, y busca ampliar las capacidades y habilidades de forma integral.
Como podemos ver, la educación continua, además de capacitar, tiende a formar y desarrollar a la persona en todos los aspectos de su vida personal y profesional, entre otras ventajas.
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En los últimos años, muchas instituciones de educación superior están diseñando sistemas de aprendizaje inteligentes para que los futuros egresados, así como aquellos que ya se encuentran trabajando activamente, puedan continuar con su proceso de formación profesional, así como reestructurar sus conocimientos y habilidades.
Según el diario La Vanguardia, la tendencia laboral indica que para el 2025, la actualización de habilidades (o reskilling) será una prioridad, ya que más del 40% de las habilidades básicas actuales será obsoleta “y el 50% de todos los empleados necesitarán volver a capacitarse”.
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Aunque existen muchas ventajas al mantenerse en constante actualización profesional, hay algunas que valen la pena explorar en profundidad:
Es la ventaja más importante si tomamos en cuenta que ser competitivo puede marcar la diferencia y hacer destacar a un verdadero profesional de entre los demás candidatos, ya que la preparación que requieren hoy en día no puede ser lineal, sino global e integral.
No se trata de estudiar y aprenderlo todo, sino de poder detectar esos conocimientos y habilidades que tienen mayor demanda, saber cuáles estarán vigentes en los próximos años y, además, que tengan un alto grado de rentabilidad.
Ya lo dijo Darwin hace más de cien años:
“No es la especie más fuerte la que sobrevive, tampoco la más inteligente, sino aquella que mejor se adapta a los cambios.”
La adaptación no es solo una competencia laboral, y tampoco está determinada por las habilidades, sino por la capacidad para entender el entorno y desempeñarse en él de forma orgánica, natural.
En este sentido, la educación continua es la mejor forma de adaptación al cambio: adquirir conocimiento y saber manipular datos son dos recursos esenciales para adaptarse a la Cuarta Revolución Industrial. La velocidad con que la tecnología configura los sistemas de organización laboral implica estar siempre atento y dispuesto a aprender cosas nuevas.
Qué mejor motivación que el incentivo económico. La organización Better Life señala que “tener una buena educación mejora en gran medida la probabilidad de encontrar empleo y de ganar suficiente dinero para alcanzar una buena calidad de vida”.
Nadie afirma que la educación continua creará millonarios de la noche a la mañana, pero lo que sí es un hecho, es que los profesionales que no dejan de estudiar tienen muchas más opciones y posibilidades de realizar una actividad que les guste, que requiera poco esfuerzo y, sobre todo, que esté bien remunerado.
Este es un buen momento para señalar que la formación continua no solo es una oportunidad para destacar y competir en el mundo laboral, también es una inversión que puede empezar a ofrecer beneficios en el corto plazo, lo que traerá algunos beneficios adicionales:
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Los profesionales con intereses similares tienden a generar grupos y redes para volverse más fuertes. Lo mismo ocurre con las personas que se preparan continuamente: los puntos de contacto se convierten en recursos de apoyo.
El concepto de las redes de contacto es muy antiguo y genera enormes beneficios, es por eso que LinkedIn asegura que una persona con una amplia red de contactos tiene hasta 80% más probabilidades de ser contratado en el área de su preferencia.
La educación continua permite que las personas afines se reúnan en espacios —físicos o virtuales— donde no solo aprenderán cosas importantes, sino que podrán compartir sus gustos e intereses y, por supuesto, intercambiar contactos que podrían ser muy útiles en el futuro.
Recordemos que, a diferencia de la capacitación, la educación continua es mucho más abierta y enfocada tanto a los intereses del profesional como de la empresa. Esto tiene una enorme ventaja, ya que el aprendizaje adquirido también abre la posibilidad a la persona de mejorar sus habilidades en otras áreas.
Todavía a finales del siglo pasado era muy aceptada la creencia de que lo mejor que podía hacer un profesional era especializarse en un área y mantenerse en el mismo empleo durante muchos años para generar antigüedad.
Sabemos que actualmente sucede lo contrario y que la mejor alternativa consiste no sólo en mejorar las habilidades, sino en ampliarlas a otros campos de conocimientos, abarcar otras áreas y ser considerados para un sector laboral mucho más amplio.
Hoy en día las instituciones de Educación Superior se están sumando a esta tendencia laboral que exige contar con egresados y profesionales que persigan la educación continua a través de cursos, diplomados y maestrías.
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Zayas, E. L. B. (2020). El paradigma de la educación continua: reto del siglo XXI (Vol. 1). Narcea Ediciones.