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Los ataques cibernéticos están a la orden del día y no solamente pueden afectar a instituciones bancarias o usuarios de redes sociales: las universidades y organizaciones académicas también pueden ser víctimas de esta situación, ya que manejan información sensible que puede ser del interés de los hackers.
Es muy importante que tu centro de formación profesional esté protegido frente a estas amenazas, por eso, en este artículo explicaremos qué es la ciberseguridad educativa, su importancia en el entorno actual y cómo las universidades pueden implementar estrategias efectivas para protegerse contra las amenazas virtuales.
La ciberseguridad, también conocida como seguridad informática, se refiere al conjunto de prácticas destinadas a proteger sistemas, redes y programas de ataques digitales. Estos ataques suelen tener como objetivo acceder, alterar o destruir información sensible, extorsionar a los usuarios o interrumpir procesos normales del negocio.
En la era digital, los ciberataques se vuelven cada vez más frecuentes y sofisticados, y las consecuencias de una brecha de seguridad pueden ser devastadoras tanto a nivel individual como corporativo o institucional. Por eso, la ciberseguridad debe abarcar diversas medidas y tecnologías diseñadas para mantener la operación ininterrumpida de los sistemas críticos, evitando interrupciones costosas y pérdidas financieras significativas debido a fraudes, demandas legales y daños a la reputación.
La ciberseguridad es vital para todas las personas y organizaciones que manejan datos y procesos digitales, que hoy en día son prácticamente todas. Algunos aspectos clave de seguridad cibernética que siempre se deben tomar en cuenta son los siguientes:
La privacidad de los estudiantes y el personal es un derecho fundamental, pero las instituciones educativas son objetivos atractivos para los ciberataques debido a que manejan gran cantidad de datos sensibles, incluyendo información personal, financiera y de salud de los estudiantes y empleados.
Algunos ataques no están destinados a hacer mal uso de la información en sí, sino a “secuestrarla” para obstaculizar la operación de la institución hasta que esta pague un “rescate” monetario por ella. Asegurar o respaldar la información educativa, aunque esta no se trate de datos sensibles o personales, garantiza que el personal pueda seguir haciendo su trabajo. Esto también aplica en caso de desastres que puedan afectar los sistemas de almacenamiento físicos.
Adicionalmente, a nivel internacional existen regulaciones como el GDPR en Europa y la FERPA en Estados Unidos que obligan a las instituciones educativas a proteger los datos personales y académicos.
Las amenazas cibernéticas son una realidad para todas las personas, empresas y organizaciones que usan herramientas digitales, y las universidades no son la excepción; de hecho, son un blanco que muchas veces es considerado “fácil”, ya que, desgraciadamente, es frecuente que no pongan el énfasis necesario en la ciberseguridad educativa. Veamos algunas de las principales amenazas y desafíos que enfrentan:
El ransomware es una de las amenazas más comunes para la ciberseguridad educativa. Este tipo de malware cifra o “encripta” los datos del sistema infectado y los delincuentes exigen un rescate a cambio de la clave de descifrado.
Entre las consecuencias del ransomware destaca la pérdida de acceso a datos críticos, la interrupción de actividades académicas y administrativas y costos elevados de recuperación de datos.
El phishing es una técnica de ingeniería social (manipulación que aprovecha el error humano) utilizada para engañar a los usuarios y obtener información confidencial, como credenciales de inicio de sesión y datos bancarios.
El phishing puede ofrecer acceso no autorizado a sistemas y datos sensibles, por ejemplo, permitir que alguien cambie las calificaciones de un historial académico, o que obtenga las contraseñas de depósito de la escuela, pero también puede llevar a los estudiantes a realizar transacciones a los ciberdelincuentes, pensando que se trata de un pago que solicitó la universidad por algún concepto. Obviamente, cuando esto sucede provoca no solo daños monetarios, también la pérdida de confianza de los estudiantes y el personal.
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Las brechas de datos ocurren cuando información sensible es visualizada, divulgada o robada por personas no autorizadas. En las universidades, las brechas de datos pueden exponer información privada de estudiantes y empleados, así como investigaciones confidenciales. Esto puede tener graves consecuencias relacionadas con la imagen pública de la institución y de sus empleados, así como promover situaciones de violencia o acoso. Por ejemplo, si se llegan a filtrar las notas de los expedientes digitales del departamento de atención psicológica.
El ciberacoso, donde los estudiantes o docentes reciben mensajes ofensivos o amenazadores a través de plataformas digitales, generalmente de usuarios que se escudan en el anonimato, es una amenaza creciente en el entorno educativo. Esto también puede incluir la difusión de rumores o la publicación de información privada sin consentimiento.
Aunque no es un hackeo como tal, el ciberacoso se considera una amenaza de ciberseguridad educativa debido a que tiene un profundo impacto negativo en la salud mental y emocional de los estudiantes, e incluso puede provocar la disminución del rendimiento académico y la deserción académica.
Afortunadamente, así como avanzan las tecnologías que permiten robar o secuestrar datos, también las herramientas para combatir estas amenazas evolucionan rápidamente, ya que la ciberseguridad hoy en día es una industria muy robusta a nivel global.
Veamos algunas de las tecnologías de ciberseguridad educativa cuya implementación puede disminuir sustancialmente el riesgo de ataques, asegurando un entorno de aprendizaje seguro y protegido.
El cifrado de datos asegura que solo las personas autorizadas puedan acceder a la información gracias a una clave muy difícil de hackear, y es esencial para proteger la información confidencial durante su almacenamiento y transmisión.
Estas herramientas son fundamentales para detectar, bloquear y eliminar programas maliciosos que puedan comprometer la seguridad de los sistemas educativos. Se actualizan constantemente para proteger contra las últimas amenazas.
La MFA añade una capa extra de seguridad al exigir múltiples formas de verificación (algo que el usuario sabe, algo que el usuario tiene y algo que el usuario es). Esto dificulta que los atacantes accedan a cuentas protegidas, incluso si obtienen una contraseña.
Los firewalls controlan el tráfico entrante y saliente de una red, bloqueando los accesos no autorizados. Por su parte, los IDS/IPS monitorean la actividad de la red en busca de comportamientos sospechosos y pueden tomar medidas para detener ataques en tiempo real.
Las IAM ayudan a administrar quién tiene acceso a qué recursos dentro de una institución educativa, asegurando que los usuarios solo tengan acceso a la información que necesitan para sus funciones, minimizando el riesgo de acceso no autorizado.
Las soluciones de backup aseguran que los datos críticos puedan ser restaurados en caso de pérdida o daño. Un plan de recuperación de desastres permite a las instituciones reanudar operaciones rápidamente tras un incidente cibernético.
Las SIEM recopilan y analizan datos de seguridad de múltiples fuentes, proporcionando una vista integral de la seguridad de la red, ayudando a identificar y responder rápidamente a amenazas potenciales.
Las soluciones de protección de endpoints aseguran que todos los dispositivos conectados a la red educativa (computadoras, tablets, smartphones) estén protegidos contra amenazas. Incluyen medidas como el cifrado de discos, antivirus, y firewalls personales.
Las VPN permiten a los usuarios acceder a la red educativa de forma segura desde ubicaciones remotas, ya que encriptan las conexiones de internet, protegiendo los datos mientras se transmiten.
A medida que más datos y aplicaciones se manejan en la nube, se han desarrollado herramientas específicas de seguridad. Estas incluyen cifrado, gestión de accesos, y monitoreo continuo para detectar y mitigar amenazas.
Garantizar la seguridad de la información en tu universidad es esencial. Si aún no tienes un plan concreto para lograrlo, aquí tienes algunos consejos clave para mejorar la ciberseguridad educativa que puedes poner en marcha junto con tus equipos de informática y tecnología:
Instala y mantén actualizados programas de protección contra virus y malware en todos los dispositivos conectados a la red universitaria. Los firewalls y Sistemas de Detección de Intrusos también son útiles para monitorear y controlar el tráfico de red, bloqueando accesos no autorizados y detectando actividades sospechosas.
Añade una capa extra de seguridad solicitando múltiples formas de verificación para acceder a sistemas críticos. Por ejemplo, además de pedir la contraseña para que un empleado administrativo entre al sistema de registro de calificaciones, envía y solicita una clave de autenticación en su celular.
Lo ideal es que, si tu institución es víctima de Ransomware, todos los datos críticos estén respaldados en una ubicación diferente de la “infectada” y estén los más actualizados posibles. Algunas organizaciones incluso realizan respaldos diarios de seguridad.
Organiza talleres y cursos sobre buenas prácticas de ciberseguridad, incluyendo el reconocimiento de correos de phishing y la importancia de contraseñas seguras. Además, es importante desarrollar políticas de seguridad claras y comprensibles que cubran el uso aceptable de la red, gestión de contraseñas y protocolos de respuesta a incidentes.
Asegúrate de que todos los sistemas operativos, aplicaciones y software estén actualizados con los últimos parches de seguridad.
Si utilizas servicios en la nube, asegúrate de que están configurados correctamente y utilizan cifrado y autenticación múltiple para proteger los datos en tránsito y en reposo.
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Limita el acceso a datos y sistemas críticos solo al personal autorizado y necesario para sus funciones. También puedes realizar auditorías regulares de seguridad para identificar y mitigar vulnerabilidades.
En Pearson Higher Education, entendemos la importancia de proteger la información en el entorno educativo. Nuestras soluciones digitales están diseñadas no solo para optimizar la experiencia de aprendizaje, sino también para asegurar la máxima seguridad y confiabilidad mientras tus estudiantes y personal las utilizan.
Implementamos tecnologías de vanguardia para proteger datos sensibles y garantizar la integridad de tu información. Además, nuestras plataformas te ayudan a proporcionar formación continua y recursos para que tanto estudiantes como personal universitario adopten las mejores prácticas de ciberseguridad educativa.
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