Muchas instituciones de educación superior pueden preciarse de contar con programas de estudio de alta calidad, pero muy pocas pueden decir que realmente son una universidad innovadora.
La innovación universitaria es un concepto muy amplio y complejo, ya que amalgama diferentes criterios y objetivos que trascienden a la institución misma y que apuntan a la construcción de una sociedad más desarrollada, equitativa y justa.
Además de contar con la mejor tecnología disponible para la enseñanza, es necesaria una mentalidad permanente de crecimiento y la voluntad de poner constantemente nuestras mejores herramientas al servicio de la comunidad y sus retos más apremiantes.
Hoy revisaremos un listado con los diferenciadores clave que tienen las universidades innovadoras. Como podrás comprobar, muchas de las acciones estratégicas hacia la innovación pueden comenzar a implementarse con algunos ajustes en los planes académicos y con inversiones accesibles en tecnología digital.
El concepto “innovación” se refiere al acto de modificar o alterar objetos o procesos que ya existen con la finalidad de que cumplan mejor su función o expandan sus aplicaciones.
Dicho de otra manera, innovar significa aprovechar los recursos disponibles para crear recursos todavía mejores. Por su naturaleza, la innovación siempre está cambiando y evolucionando, ya que responde a las necesidades de un entorno que también es muy cambiante.
La innovación educativa, por tanto, apunta a esa búsqueda constante de crear cada vez mejores herramientas para la enseñanza, que se adapten a las necesidades y objetivos de vida de los estudiantes.
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En el contexto universitario la innovación adquiere una segunda dimensión igual de importante, pues ya no solo se trata enseñar mejor, sino de aplicar esos conocimientos para crear soluciones nuevas y más eficientes para problemas reales fuera del contexto académico.
Los siguientes son rasgos que normalmente podemos encontrar en universidades innovadoras:
Cuando los alumnos, los docentes y el personal administrativo ven a la educación superior como un mero trámite académico o sencillamente como un medio para obtener mejores ingresos, no puede existir ninguna motivación genuina para innovar.
Paradójicamente, la cultura universitaria brilla por su ausencia en muchas instituciones de educación superior y ha sido sustituida por una cultura corporativista o burocrática. Por ello, el primer paso hacia la innovación no es invertir en más tecnología ni modernizar las aulas, sino revisar la mentalidad institucional y asegurarse de que realmente está al servicio del amor al conocimiento y de la responsabilidad social.
Algunas de las características de la cultura universitaria son las siguientes:
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Desgraciadamente, es muy común que los programas universitarios se limiten a la enseñanza de los conocimientos “estándar” de cada materia y se deje completamente de lado el esfuerzo por ampliar ese conocimiento.
En este sentido, la investigación no solo es ir a buscar la misma información que ya tiene el docente, sino expandir al máximo posible nuestros horizontes para conocer otras maneras de abordar los problemas clave de nuestra área de estudios.
Gracias a la investigación actualizada y comprometida, podemos descubrir cómo otros están innovando, y eso sienta las bases para que nosotros podamos hacer lo mismo. Por eso, una universidad innovadora no suele encaminar a sus estudiantes a ciertas respuestas predeterminadas, sino que pone el énfasis en generar preguntas cada vez más habilitadoras y desafiantes.
Una parte muy importante de la innovación es la competitividad de los egresados en el mercado laboral. Muchas universidades siguen teniendo los mismos planes académicos que hace diez años o más, mientras que afuera las herramientas y las metodologías disponibles no dejan de evolucionar. Incluso, surgen nuevas carreras y otras quedan obsoletas de un momento a otro.
Una universidad innovadora siempre intenta ir un paso adelante y diseña sus planes de estudio de acuerdo con lo que indican las tendencias de la industria para el momento en que sus alumnos egresen. En todos los casos, eso implica una alfabetización digital avanzada y una estrecha colaboración con las empresas que ya son punta de lanza en su sector.
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Como ya mencionamos, la universidad no puede ser un mero instrumento para que quienes tienen acceso a ella obtengan mejores puestos en alguna compañía. Eso ya quedó en el pasado y miles de estudiantes ahora tienen expectativas de vida que van mucho más allá de lo laboral, entre ellas viajar, vivir en equilibrio y ser un factor de cambio positivo en el mundo.
Las universidades innovadoras toman esto en cuenta y también les dan a sus alumnos herramientas para que cultiven su personalidad y su bienestar de manera integral. Se preocupan por indagar en los intereses de cada uno de ellos y por ayudarlos a crear las conexiones correctas para que puedan explotar al máximo su potencial, ya sea académico, laboral, social o artístico.
Así como las universidades diseñan, optimizan y ajustan sus planes académicos, lo mismo debería ocurrir con los planes de capacitación para los docentes. Tristemente, en la mayoría de las instituciones de educación superior la capacitación es algo a lo que se recurre esporádicamente para resolver problemas y áreas de oportunidad, y no como un proceso permanente basado en la mentalidad de crecimiento.
La capacitación docente debe estar orientada a estos cinco ejes principales:
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Hemos hablado bastante en este blog sobre el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) y su gran variedad de metodologías, como el design thinking, aprender haciendo y los proyectos STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). A grandes rasgos, se trata de uno de los métodos de aprendizaje significativo más efectivos y con mayor respaldo internacional por parte de miles de educadores e instituciones de alto nivel.
El aprendizaje basado en proyectos es una piedra angular de la innovación universitaria, pero actualmente ya no basta por sí solo para ser considerado una práctica innovadora. Para serlo, siempre debe venir acompañado de una mentalidad de responsabilidad social y flexibilidad curricular.
La responsabilidad social significa que todo aquello que hacemos tiene una finalidad que va mucho más allá del lucro, y se trata de soluciones sustentables que benefician a la comunidad en su conjunto y no solo a unos pocos.
Por su parte, la flexibilidad curricular tiene que ver con la libertad de los alumnos de perseguir sus propios intereses multidisciplinarios mediante la investigación y la experimentación activa, en lugar de tener que basarse en un plan de estudios restrictivo.
Esto último no solo es congruente con la tendencia creciente hacia la especialización en el mercado laboral, también con la filosofía del trabajo basado en objetivos. Es decir, si el alumno tiene un objetivo claro y motivador, encontrará todos los conocimientos que necesita para alcanzarlo de la mejor manera. El papel de la universidad simplemente es ofrecerle apoyo y facilidades para que integre ese conocimiento.
Aunque el factor presupuestal tiende a ser una de las restricciones principales para las instituciones de educación superior, aquellas con mentalidad de innovación normalmente priorizan la adquisición de tecnologías que realmente les ayuden a que el resto de los procesos sean más ágiles y sencillos, lo que a su vez permite ahorrar tiempo y dinero, así como llegar a más alumnos, generando así un círculo virtuoso.
Pero no solamente se trata de tecnologías como plataformas Moodle, aulas inteligentes, campus virtuales y bibliotecas digitales, también de adoptar sin miedo metodologías de enseñanza disruptivas, como la gamificación y el micro aprendizaje.
Cuando se cumplen los siete puntos anteriores, es cuando realmente una universidad está en posición de fomentar la innovación y de encontrar nuevas fuentes de financiamiento, tanto público como privado, para impulsar a sus investigadores, desarrollar y patentar nuevas tecnologías y, en general, dejar una huella positiva en la comunidad más allá del éxito socioeconómico individual de sus egresados.
En Pearson Higher Education estamos comprometidos con la educación universitaria como el principal motor del cambio social y del desarrollo en América Latina. Por eso, le ofrecemos a tu institución herramientas académicas de alto nivel, diseñadas en consonancia con las necesidades de tus alumnos y con los retos que los esperan.
¡Conócelas!
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