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La innovación en la educación superior es uno de los recursos más importantes para adaptarse a los nuevos retos que propone una sociedad digital, cada vez más familiarizada con el uso de la tecnología dentro y fuera de las aulas.
Descubre cuál es la importancia de la innovación y el trabajo docente como recursos disruptivos para mejorar el aprovechamiento de los alumnos de educación superior, así como el rol del docente como uno de los principales protagonistas dentro del proceso de aprendizaje.
El término innovar proviene del latín innovare, que etimológicamente significa “cambiar o alterar las cosas introduciendo novedades”. En el ámbito educativo, la relación entre la innovación y el trabajo docente representan un componente de cambio, desarrollo, actualización o transformación del proceso educativo.
Innovar desde la formación docente no es un capricho pedagógico, o una tendencia que “está de moda”. Más bien, responde a un proceso natural del proceso de aprendizaje que ha ocurrido desde el principio de la civilización y que surge cuando los docentes innovadores y las instituciones educativas identifican la necesidad de adaptarse al ritmo de una sociedad en constante cambio.
En la pedagogía tradicional, existe la idea de que no hay necesidad de cambiar las cosas que están funcionando, es decir, ¿para qué reparar algo que no está roto? Sin embargo, aunque esta idea parece coherente, pensar así deja afuera muchas oportunidades de crecimiento en el ambiente educativo, por lo que existen muchas razones para considerar que, aun cuando algo está funcionando, podría hacerlo mejor.
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Nos queda claro que la innovación no es una tendencia pasajera, sino una práctica constante en la evolución de la sociedad humana para satisfacer muchas de nuestras necesidades. Pero ¿cuáles son específicamente estas necesidades en el ámbito de la educación superior? Aquí señalaremos algunas de ellas:
Durante la pandemia, las instituciones de educación superior tuvieron que enfrentar el enorme reto de satisfacer la demanda educativa a distancia. Un problema tan complejo como este no se habría podido resolver sin la aplicación de soluciones innovadoras como la implementación del modelo educativo a distancia, así como el uso de recursos digitales enfocados a la impartición de clases virtuales.
En el año 2007 aparecieron los primeros smartphones, cambiando para siempre la cultura de la comunicación: era como traer una computadora diminuta en el bolsillo, que lo mismo servía para navegar por internet, chatear, escribir notas de texto o revisar las redes sociales.
Sin embargo, el uso de los teléfonos inteligentes en el aula causó una gran polémica: algunos veían en estos dispositivos un enorme potencial educativo, pero había otro sector, más tradicional, que consideraba que usarlos en las clase era muy nocivo para la educación porque distraía a los alumnos, además de causar constantes interrupciones.
Es lógico pensar que la palabra “innovación” está siempre relacionada con la tecnología, pero no siempre es así: en ese caso, cuando hablamos de innovación no nos referimos al smartphone, sino al cambio radical de la didáctica de clase para aprovechar el uso de un dispositivo y adaptarlo a las necesidades del proceso de aprendizaje.
Innovar no siempre implica la implementación de recursos tecnológicos o digitales, sino también el cambio de paradigmas para integrar estrategias disruptivas, capaces de modificar el rumbo de la educación.
El mundo laboral también se ha visto afectado radicalmente por los cambios tecnológicos: el trabajo a distancia, o home office, comenzó como una alternativa para reducidos grupos de trabajo y terminó por convertirse en una alternativa laboral que actualmente practican millones de empresas en todo el mundo.
Asimismo, el comercio también ha cambiado de una forma impresionante: la venta de servicios y productos en línea representaba una pequeña fracción del modelo de ventas, pero hoy en día es el sector más importante del comercio mundial.
Hoy más que nunca, las escuelas de educación superior tienen un enorme reto: preparar a los estudiantes universitarios para desenvolverse con éxito en un mercado laboral donde el factor de innovación es constante y muchas veces impredecible.
Esto implica además que durante el proceso de aprendizaje, la relación entre la innovación y el trabajo docente realmente funcionen como un recurso de desarrollo y transformación, y no como una falacia ad novitatem, que consiste en asumir que todo lo nuevo es mejor solo por el hecho de ser nuevo.
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Este es uno de los mitos más comunes en el ámbito de la innovación educativa: pensar que su objetivo es actualizar el entorno educativo, de tal manera que se tengan que desechar las prácticas de la educación tradicional, y con ello, a todos los elementos que la conforman, pero no es así.
La innovación en la educación no implica desechar lo que ya está hecho, sino rediseñar su capacidad de uso para hacerlo más competitivo ante los retos del presente y futuro inmediatos.
Un ejemplo muy claro de esto son los libros físicos: en 2010, el empresario y gurú de la informática, Nicholas Negroponte, afirmó que el libro de papel, como lo conocemos ahora, desaparecería en cinco años.
El experto en tecnología estaba convencido de que en 2015 nadie se acordaría del libro como objeto físico. Ya estamos en 2022 y los libros en papel aún gozan de buena salud; de lo que ya nadie se acuerda, es de la declaración de Negroponte.
Como señala el filósofo y pedagogo Gregorio Luri: “El libro es un objeto que nació tecnológicamente perfecto, como la rueda, la cuchara, la pelota o el bacalao al pibil”; pero esto no quiere decir que no pueda expandirse y evolucionar para cumplir el objetivo de la innovación: adaptarse a las necesidades tecnológica que exigen muchos de los nuevos lectores digitales:
En la educación, los conceptos de innovación y adaptación siempre han caminado juntos, ya que ambos están comprometidos con la búsqueda de nuevas soluciones o alternativas para optimizar modelos de aprendizaje que siguen siendo funcionales, pero no están ofreciendo su máximo rendimiento en cuanto a resultados.
Te puede interesar: 👉 Tecnología educativa: ¿Reemplazará a los docentes universitarios?Muchos especialistas en pedagogía han llegado a la conclusión de que el objetivo principal de la innovación es permitir que la comunidad académica (docentes, alumnos, directivos) puedan adaptarse a una nueva realidad social, en donde la tecnología está cada vez más presente, influenciando directamente nuestra forma de vida.
“La educación necesita docentes innovadores, con actitud emprendedora, capaces de generar nuevos talentos, líderes que motiven a otros a actuar. Su principal papel es comunicar y enseñar nuevos conocimientos, para que los estudiantes o profesionales que se están formando, logren poseer las herramientas necesarias, tantos sociales como técnicas.”
¿Por qué es tan importante contar con docentes innovadores? Porque ellos son los que están en la primera línea de acción dentro del complejo mundo del aprendizaje y su desempeño como docentes influye directamente en el resultado académico y profesional de los alumnos.
Te puede interesar: 👉 5 aspectos imperdibles en la capacitación docente universitariaInnovar en la educación no solo implica hacerlo a partir del entorno y los recursos con los que cuenta una institución, sino también desde las personas que conforman la comunidad educativa, principalmente los docentes, quienes tienen la responsabilidad de transmitir nuevas estrategias cognitivas que ayuden a los estudiantes a comprender la naturaleza de los cambios –cada vez más acelerados– en la sociedad.
Para lograr lo anterior, el profesor necesita convertirse en un generador de estrategias metodológicas y considerar el uso de diversas alternativas para optimizar los resultados de sus estudiantes, lo que implica la constante renovación de métodos y técnicas de aprendizaje.
Asimismo, el docente tiene la responsabilidad de facilitar el cambio de paradigmas: los procesos de innovación no son fáciles de asimilar para muchos alumnos, pues requieren de una didáctica especial, enfocada a familiarizarse con nuevas formas de aprendizaje, pero sin desechar lo que han aprendido a través de los modelos establecidos.
Desde el punto de vista de la Unesco, no solo el estudiante es el principal protagonista del proceso de aprendizaje, también el docente cumple un papel central en la educación, lo que implica que pueda cumplir con ciertos roles fundamentales:
Todos los días, las instituciones de educación superior tienen que enfrentar grandes retos relacionados con el aprendizaje, como la deserción escolar, el ausentismo, y el bajo aprovechamiento académico, entre otras cosas.
Es un hecho que para resolver muchos de estos retos se requiere de una nueva visión del panorama educativo; esto incluye la implementación de estrategias en donde la innovación se convierta en una palanca de desarrollo integral, que nos permita resolver con eficacia e inteligencia.
En Pearson Educación Superior, sabemos de la importancia de contar con herramientas y recursos innovadores, capaces de adaptarse a las necesidades de la educación actual, pero también de anticiparse a los retos que enfrentarán los estudiantes en el futuro.
Es por eso que contamos con un amplio abanico de soluciones de aprendizaje, diseñados para que las instituciones de educación superior interesadas en mantenerse a la vanguardia y ser cada vez más competitivas. ¡Descubre nuestras soluciones para la educación superior!
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