Métodos inductivo y deductivo: ¿cómo se utilizan en las empresas?

  • Fecha de publicación: 18 de noviembre de 2021
Metodos inductivo y deductivo en las empresas
Empresas
Tiempo de lectura: 10 min.

Todos usamos los métodos inductivo y deductivo a lo largo de nuestro día. El pensamiento deductivo sirve para aplicar leyes universales a situaciones específicas, y el pensamiento inductivo genera premisas a partir de fenómenos individuales.


Nuestro cerebro está diseñado para entender la realidad que lo rodea y darle congruencia a los estímulos sensoriales en dos vías complementarias: los métodos inductivo y deductivo. Estos le permiten identificar patrones a partir de eventos diferentes y predecir o explicar eventos aislados a partir de patrones conocidos.

El pensamiento deductivo nos ayuda a aplicar reglas o leyes universales a situaciones específicas, y el pensamiento inductivo genera premisas generales a partir de fenómenos individuales.

Obviamente, esta es una forma muy rudimentaria de explicar procesos extremadamente complejos que involucran cognición, memoria y análisis probabilístico de manera simultánea, pero es un buen inicio para aprender a identificar por qué asumimos ciertas cosas y cómo tomamos decisiones a partir de la observación.

Cuando escuchamos términos como “lógica deductiva” o “método inductivo”, inmediatamente pensamos en ambientes académicos, científicos o de investigación; familiarizarnos con las dinámicas básicas del razonamiento es algo que a nivel individual nos ayuda en todos los aspectos de nuestra vida, pero también es una herramienta muy útil de inteligencia de negocios y optimización a nivel organizacional.

¿Cómo funciona el razonamiento deductivo?

Como su nombre lo indica, sirve para deducir un evento supeditado de un evento determinante. Por ejemplo, “estamos en verano, así que deduzco que mañana hará calor”. Va de lo general a lo particular y parte de nuestros conocimientos o experiencias previas.

Esta clase de razonamiento nos sirve para aprovechar lo que sabemos en situaciones particulares y agiliza mucho la toma de decisiones. También es útil cuando no podemos percibir las causas de un fenómeno y nuestro rango de predicción a través de la observación previa es limitado.

¿Cuándo y cómo utilizar el pensamiento deductivo en la empresa?

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Existe un riesgo de utilizar el pensamiento deductivo indiscriminadamente si partimos de premisas incorrectas o perdemos de vista variables relevantes, ya que probablemente llegaremos a conclusiones equivocadas, porque no es lo mismo la validez de un razonamiento que su veracidad.

Por ejemplo: si abrimos un nuevo negocio y no tenemos experiencia en manejo de personal, podemos partir de la idea comúnmente aceptada, pero errónea, de que los empleados están más motivados a hacer un mejor trabajo cuando los sometemos a un estilo muy estricto de liderazgo, y en consecuencia deducir que mientras más estrictos y directivos seamos con nuestros colaboradores, mejor rendimiento tendrán.

En este caso, la lógica del razonamiento es correcta, pero no su premisa. También estamos dejando de lado factores realmente relevantes de la motivación, como el empoderamiento. Si en lugar de tratar de utilizar el pensamiento deductivo hubiéramos consultado a un profesional en recursos humanos o experimentado con estilos de liderazgo distintos para descubrir cuál ofrecía mejores resultados, probablemente habríamos tomado una mejor decisión. 

Por esa razón, los procesos de pensamiento deductivo en las empresas deben estar a cargo de profesionales con amplios conocimientos en su ramo. Estas son las personas realmente capacitadas para seleccionar el conocimiento y experiencia que más conviene aplicar a cada situación.

El pensamiento deductivo y los sesgos cognitivos

Una de las formas más perniciosas que toma el pensamiento deductivo son los llamados sesgos cognitivos o prejuicios. Todos tenemos algunas preconcepciones sobre el mundo y la realidad que nos ofrecen vías rápidas de comprensión sin que tengamos que detenernos a analizar a detalle cada fenómeno. Sin embargo, estas preconcepciones muchas veces son falsas o, en el mejor de los casos, reduccionistas.

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Por ejemplo: existe la creencia extendida de que las personas mayores de cuarenta, o incluso menos, no se desenvuelven bien con la tecnología, y eso puede llevarnos a deducir que lo mejor para nuestra empresa es no contratar gente mayor. Eso no solo nos hace perder oportunidades realmente valiosas para sumar talento a la organización, también nos lleva a tergiversar la realidad evidente para que se adecúe a nuestros prejuicios.

Imagina que tu empresa tiene una política de contratar solo personas jóvenes para el área de informática y recibe un currículum de un ingeniero en sistemas que se adapta perfectamente al perfil y tiene experiencia demostrable con el dominio de la tecnología más novedosa, pero su edad es mucho mayor que el límite establecido. 

Está comprobado que los sesgos cognitivos tienen tal poder sobre nuestra forma de pensar y actuar, que es altamente probable que descartemos a ese candidato y optemos por contratar a alguien más joven, pero menos apto, pese a la evidencia de que la persona mayor es más adecuada para el puesto.  

Es sumamente complejo diferenciar entre la experiencia comprobable, el conocimiento válido y los prejuicios que derivan del imaginario colectivo, pero una excelente manera de comenzar a hacerlo es reconocer cuando estamos aplicando pensamiento deductivo y someter nuestras premisas a un análisis de veracidad más riguroso.

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¿Realmente las personas mayores no pueden entenderse con la tecnología? Mientras exista un solo adulto mayor que no tenga esta dificultad, la validez de la premisa se desmorona, y eso nos obliga a escuchar a la excepción y buscar explicaciones más satisfactorias. Por ejemplo, que en efecto, es estadísticamente más probable que una persona joven sepa mucho de tecnología de punta, pero eso no significa que una persona mayor no pueda saber todavía más.

Entonces, ¿cuál sería la política correcta para satisfacer las necesidades de reclutamiento? Quizá el mejor filtro tenga que ver con tener experiencia específica con determinado tipo de software o proyectos de tecnología y dejar de lado el asunto de la edad.   

Muchas empresas se precian de usar el método deductivo, pero dependen solo del razonamiento de “sentido común” y desaprovechan las ventajas de la experiencia y/o el conocimiento formal  especializado, ese que se sustenta en estudios, experimentos, análisis comparativos y amplia experiencia en un área determinada.  

¿Cómo funciona el razonamiento inductivo?

Es la contraparte del razonamiento deductivo y va de lo particular a lo general. Parte de la experiencia empírica y de observaciones puntuales a través de las cuales generamos teorías, leyes, creencias o nuevos conocimientos. 

Por ejemplo: si veo una larga fila afuera de una tienda, puedo inferir que tienen rebajas y eso es pensamiento inductivo. Por el contrario, si me llega la noticia de que la tienda va a tener descuentos, entonces puedo deducir que habrá mucha gente ese día, y eso es pensamiento deductivo.

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El razonamiento inductivo del día a día nos ayuda a construir los mapas de  nuestra realidad inmediata, es decir, el conocimiento local o de “sentido común”, del cual a su vez podemos deducir explicaciones para otros fenómenos similares. Es decir, si a partir del pensamiento inductivo adivino correctamente que había descuentos en la tienda, es muy probable que cada que vea una larga fila afuera de un establecimiento intuya que hay ofertas atractivas. 

¿Cuál es el riesgo del método inductivo? Que muchas veces las conclusiones que sacamos de una experiencia o un par de experiencias particulares no son aplicables a todas las demás. 

Quizá me formo en una larga fila afuera de una tienda esperando aprovechar los descuentos, pero al entrar descubro que los precios son los mismos, o incluso más altos, y que la gente se estaba aglomerado afuera por alguna otra razón que no tomé en cuenta. 

Lo mismo puede ocurrir en la empresa. Quizá tienes dos equipos de ventas, uno en el turno matutino, y otro en el turno vespertino, y descubres que este último se desempeña mucho mejor. Si a partir de ello saltas precipitadamente a la conclusión de que todos los vendedores están más motivados por la tarde, podrías perder de vista otros factores más relevantes que son los que realmente causan la diferencia en las ventas, como la experiencia, la personalidad, o la motivación intrínseca.

¿Cuándo y cómo utilizar el pensamiento inductivo en la empresa?

El pensamiento inductivo funciona mejor cuando tenemos claras todas las variables que afectan o pueden afectar un fenómeno y cuando tenemos la oportunidad de comparar o experimentar con circunstancias distintas. 

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Cuando nos enfrentamos a situaciones sin precedentes y no existen teorías ni conocimientos previos de los que podamos echar mano para explicar o predecir ciertos resultados, el conocimiento inductivo es la única forma de generar este conocimiento local y luego convertirlo en conocimiento formal. 

Por ejemplo: todos conocemos lo que ocurrió en 2020, cuando millones de empresas se vieron forzadas a permitir que sus colaboradores trabajaran de forma remota. Antes de la pandemia, el conocimiento disponible sobre el trabajo remoto era muy limitado, contradictorio y se basaba principalmente en muestras de trabajadores independientes y no de oficinistas. Es decir, no era un material muy adecuado para utilizar el método deductivo. 

Lo que ocurrió fue que las organizaciones comenzaron a inferir conocimientos locales de su propia experiencia con el trabajo remoto y rápidamente este conocimiento local se aglomeró en un cuerpo de conocimiento formal a medida que otras organizaciones lo analizaban y categorizaban de acuerdo con el método científico y el análisis descriptivo.

El pensamiento inductivo les permitió a muchas compañías llegar a conclusiones muy específicas sobre el tipo de trabajo remoto que les funciona mejor a sus colaboradores. Pero, hoy en día, los emprendimientos que quieren iniciar con un modelo nativo digital ya disponen de suficientes conocimientos comprobados para elegir su enfoque remoto de acuerdo con el método deductivo. 

¿Cuál es la importancia de utilizar los métodos inductivo y deductivo en el trabajo?

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La mayor parte de las conclusiones a las que llegamos de manera cotidiana usando los métodos inductivo y deductivo no son rigurosas porque no se atienen a un método científico estricto, es decir, no realizamos complejos experimentos con variables controladas para desfragmentar un fenómeno en sus distintos elementos y encontrar respuestas universales.

Eso no tiene nada de malo, porque debe imponerse la practicidad, pero no significa que no podamos utilizar estrategias sencillas que nos permitan obtener lo mejor de una y otra forma de razonar en conjunto.

El conocimiento formal nos brinda una pauta muy confiable para deducir ciertas acciones generales, pero la experiencia empírica y local nos ayuda a afinar lo que mejor funciona para nuestra organización. 

Para optimizar realmente procesos empresariales y resultados, tenemos que usar ambos tipos de razonamiento, tanto apoyarnos con expertos que dominen la teoría, como dar voz y voto a los colaboradores que se enfrentan a la realidad “dura” de la compañía.

Ejemplo: cómo combinar los métodos inductivo y deductivo en una organización

Pensemos en un departamento de soporte técnico de un software de venta comercial que necesita urgentemente incrementar los niveles de satisfacción de los usuarios que atiende. 

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Por un lado, podemos llamar a un consultor experto en atención uno a uno, preferentemente con experiencia en nuestra industria, que nos dice que el cliente “siempre tiene la razón”. Por otro lado, podemos preguntarle a nuestros ejecutivos de servicio cuál ha sido su experiencia y cuáles son sus puntos de vista sobre lo que no funciona y cómo puede mejorarse. 

Quizá nuestros colaboradores nos sorprendan diciéndonos que el problema son las políticas de condescendencia con el usuario que no les permiten aterrizar soluciones prácticas y directas, pues tienen prohibido sugerir que el cliente “está haciendo algo mal”. 

En este caso, el pensamiento deductivo nos dice que un cliente satisfecho es un cliente al que se le ha dado la razón en todo, pero el pensamiento inductivo nos está indicando claramente que “darle la razón al cliente” está obstaculizando que se alcancen los objetivos de satisfacción. 

Este modelo híbrido nos permitiría saber a qué darle prioridad, por ejemplo, entrenar al equipo en habilidades blandas de comunicación asertiva, pero también sondear otras posibilidades para que el cliente se sienta valorado sin tener que ser condescendientes con él, porque deducir que las personas somos más propensas a colaborar cuando nos dan la razón, sigue siendo correcto. 

Haciendo ambas cosas, hallamos un equilibrio funcional entre el conocimiento formal y las características únicas de nuestro negocio y sus clientes; esta es la mejor forma de impulsar la optimización en todas las áreas.

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Referencias

Rodríguez Jiménez, Andrés, & Pérez Jacinto, Alipio Omar (2017). Métodos científicos de indagación y de construcción del conocimiento. Revista Escuela de Administración de Negocios, (82),1-26.[fecha de Consulta 20 de Octubre de 2021]. ISSN: 0120-8160. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=20652069006

Rodríguez Castellanos, A., & García Merino, J. D., & Peña Cerezo, M. A (2005). La metodología científica en economía de la empresa en la actualidad. Investigaciones Europeas de Dirección y Economía de la Empresa, 11(2),143-162.[fecha de Consulta 20 de Octubre de 2021]. ISSN: 1135-2523. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=274120419008


Dorna, Alejandro (1985). ¿Deductivismo versus inductivismo? Croquis para una reflexión tolerante en psicologia. Revista Latinoamericana de Psicología, 17(1),57-71.[fecha de Consulta 20 de Octubre de 2021]. ISSN: 0120-0534. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=80517102

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