3 Estrategias didácticas para mejorar la disciplina escolar
- Fecha de publicación: 9 de enero de 2023

La disciplina escolar es un factor imprescindible para una educación de calidad. Establecer las normas para una sana convivencia en el aula no es tan sencillo; sin embargo, existen muchas estrategias efectivas para lograrlo.
Los problemas de conducta en el aula requieren de un manejo enfocado en soluciones para el fortalecimiento de la disciplina positiva. Te compartimos 3 estrategias que podrás implementar en el aula para fortalecer la disciplina escolar formativa.
¿Qué dicen los expertos sobre la disciplina escolar?
En las últimas décadas, la disciplina se ha vuelto un tema muy controvertido por las diversas interpretaciones que se hacen de ella. Tan es así, que en el mundo de la pedagogía se han generado dos “bandos”: quienes apuestan por reducir la disciplina a su mínima expresión y quienes consideran que es necesario reforzar esta conducta como parte de los hábitos imprescindibles para la vida diaria.
Solamente por mencionar tres ejemplos, tenemos el caso del pedagogo Francesco Tonucci, quien afirma que por encima de las normas, las asignaturas y la disciplina escolar, “Un objetivo de la escuela debe ser la felicidad de sus alumnos”1.
Por otro lado, el famoso filósofo de la educación, Gregorio Luri, afirma con peculiar ironía que la disciplina escolar “es completamente prescindible para quienes no aspiran a nada”2, y agrega de forma desafiante que «Los padres que quieran hijos felices tendrán adultos esclavos de los demás»3.
En un tono más moderado, Cesar Bona (el docente más famoso de habla hispana por su pedagogía humanista), adopta una postura más equilibrada donde asegura “Que un niño vaya feliz a la escuela no significa que no se le exija”4.
Adentrarnos en las ideas de estos expertos en torno a la disciplina escolar es todo un reto que podría provocarnos una disonancia cognitiva: ese conflicto mental que ocurre cuando estamos ante dos creencias que nos parecen correctas, aunque se contradigan entre sí.
Del mismo modo, entre los grupos docentes y padres de familia hay opiniones divididas; para algunos, la disciplina es como una “correa” que limita la libertad del estudiante y para otros, es la mejor alternativa para enfrentar todos los conflictos derivados de la carencia disciplinaria.
Entonces, ¿qué postura tomar respecto a la disciplina escolar? Si nos apegamos al sentido común y a las necesidades diarias en el salón de clases, es un hecho que son muchas más las voces que apuestan por un modelo disciplinario, pero no desde la perspectiva punitiva, sino formativa.
En este sentido, existen muchos ejemplos de disciplina escolar que no tienen nada que ver con la sanción o el castigo, sino todo lo contrario: se enfocan en afrontar los problemas disciplinarios con un enfoque apegado a estrategias para su resolución.
La importancia de la disciplina escolar en la educación
Aunque en los últimos años se ha vuelto muy popular el concepto de “educación flexible”, es decir, un aprendizaje que rechaza la importancia de las conductas disciplinarias, y propone reducir las normas a su mínima expresión, lo cierto es que hasta la fecha existe muy poca evidencia científica que sustente la efectividad de una educación sin disciplina.
Del lado contrario, son muchos más los estudios que sustentan la importancia de la disciplina escolar, considerada como “imprescindible para que la organización del aula y de toda la escuela facilite los procesos de socialización y enseñanza-aprendizaje, que no pueden realizarse en ambientes educativos carentes de normas”5.
Pero la disciplina escolar no solo tiene que ver con la conducta adecuada dentro del aula. De hecho, es una cualidad necesaria para la formación de ciudadanos que puedan crecer, desarrollarse y participar de manera funcional en una sociedad que no se puede concebir sin leyes normativas.
Como señala Weinstein: “la buena disciplina es importante porque ningún grupo de gente puede trabajar en conjunto, exitosamente, sin establecer normas o reglas de conducta, respeto mutuo y un sistema conveniente de valores que oriente a cada persona del grupo a desarrollar autocontrol y autodirección”6.
Entonces, ¿por dónde empezar a trabajar con los alumnos en la apropiación de normas disciplinarias? ¿Qué podemos hacer, como docentes y directivos, para impulsarlos a generar un concepto positivo, formativo y efectivo de la disciplina escolar?
3 estrategias para afrontar con éxito la indisciplina en el aula
Las siguientes estrategias están diseñadas para integrar la disciplina en el aula, pero no como un acto punitivo, sino como un recurso para fomentar una mejor comunicación, así como una sana convivencia, enfocada a reducir los estímulos negativos que empobrecen la calidad del aprendizaje.
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Evoluciona el “control de grupo” por “gestión de grupo”
No estamos hablando de cambiar solamente el término, sino de realmente poner manos a la obra y comenzar a gestionar las actividades de clase, de tal manera que los alumnos se encuentren interesados y ocupados en su proceso de aprendizaje.
Una de las principales razones por las que existe indisciplina en el aula es la distracción por aburrimiento y la falta de una pedagogía dinámica que invite a los estudiantes a ser proactivos.
Bien dicen que “la ociosidad es la madre de todos los vicios” y la indisciplina se puede volver uno de ellos cuando no se trata de forma asertiva. Pero ¿por dónde empezar? ¿Cómo generar esta estrategia? Siguiendo estos pasos:
- Elabora una planeación de clase que involucre a la mayoría de tus alumnos, principalmente a aquellos que tienen problemas con el respeto a la autoridad, que suelen ser indisciplinados o se distraen con mucha facilidad.
- Además de actividades, distribuye algunas responsabilidades de bajo riesgo. Esto implica que el alumno indisciplinado se sienta bajo el compromiso de llevar a cabo una tarea, pero que si esta no se cumple, los efectos negativos no serán de gravedad. Por ejemplo, comprometerlo al pase de lista, a la recolección de una tarea o actividad, o liderar un proyecto sencillo.
- Elabora una planeación de clase que involucre a la mayoría de tus alumnos, principalmente a aquellos que tienen problemas con el respeto a la autoridad, que suelen ser indisciplinados o se distraen con mucha facilidad.
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Di “no” a la disciplina escolar punitiva y “Sí” a la disciplina formativa
En la educación más tradicional, la disciplina escolar estaba directamente relacionada con la sanción o el castigo. De hecho, por increíble que parezca, esa era la finalidad: reprender al alumno por su mala conducta, con la expectativa irreal de que el castigo por sí mismo tuviera un efecto formativo.
¿Cómo aplicar esta estrategia? Para empezar, entendiendo que la indisciplina y la mala conducta no siempre son lo mismo: un alumno indisciplinado es aquel que incumple con sus responsabilidades, obstaculizando el proceso de aprendizaje. Aquel que tiene mala conducta se asocia más con la persona que ignora o no respeta las normas establecidas.
¿Por qué es tan importante comprender esta diferencia? Porque de esta manera podemos enfocarnos en los problemas de indisciplina, los cuales, gradualmente, contribuirán a disminuir –e incluso erradicar– la mala conducta.
¿Qué pasos seguir para implementar la disciplina formativa y no punitiva?
- Cambiar la “sanción” por “reparación de daño”: no tiene sentido castigar a un alumno si esto no le conduce a comprometerse, es decir, a dar solución a los conflictos o problemas ocasionados por su falta de disciplina.
- Darle la oportunidad de proponer alternativas: la mayoría de los problemas de conducta están relacionados con la inconformidad, el alumno no es indisciplinado porque quiera serlo, sino porque es la única manera que ha encontrado para expresar que no está conforme con algo. Al darle la oportunidad de estrenarlo, recibirá el beneficio de la atención, pero también adquirirá el hábito de la responsabilidad sobre sus acciones.
- Cambiar la “sanción” por “reparación de daño”: no tiene sentido castigar a un alumno si esto no le conduce a comprometerse, es decir, a dar solución a los conflictos o problemas ocasionados por su falta de disciplina.
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Combatir la indisciplina con autoconocimiento y autoestima
Cuando un alumno rompe con las normas de clase, lo que vemos a simple vista es un alumno indisciplinado pero, en la mayoría de los casos, lo que tenemos es a un alumno que está pidiendo a gritos que le demos un poco de atención, que lo escuchemos y atendamos las razones por las que realmente está actuando de esa manera.
Antes de sancionar, escucha: ante una conducta indisciplinaria, la primera reacción de muchos docentes es pasar a la recriminación y el castigo, sin antes darle la oportunidad al alumno de expresar sus razones del por qué actúa de esa manera.
Cambia las recriminaciones por preguntas asertivas: ante un acto de indisciplina, es común que el docente pierda un poco el control y se exprese de forma recriminatoria con frases como “ya te dije que dejes de hacer eso… otra vez tú… ahora sí estás en problemas…” lo que hace que el alumno asuma su papel e incluso espere la sanción correspondiente.
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Si en lugar de recriminar, ayudamos al alumno a entender el por qué de su propia conducta, estaremos más cerca de ayudarle a generar autoconciencia de sus actos, permitiéndole además que adquiera una postura auto reflexiva, la cual, gradualmente, lo empujará a reconocer que, en realidad, a él tampoco le agrada su propio comportamiento.
Recapitulando: convertir el control por gestión de grupo, transformar las disciplina punitiva por un modelo formativo y fomentar la experiencia del autoconocimiento y la autoestima, son estrategias que generan notables resultados en el mediano plazo.
Cabe señalar que es importante darle continuidad a dichas estrategias, ser constantes y mantenernos, como docentes, bajo una actitud abierta y dispuesta a la resolución de conflictos provocados por la falta de disciplina.
En Pearson sabemos de la importancia de contar con recursos y herramientas pedagógicas para mejorar el desempeño de nuestros alumnos en las aulas, así como abrir mayores oportunidades de desarrollo a partir de una educación de calidad.
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Rerefencias
1, Carrazana, Valeria. (2003). EL CONCEPTO DE SALUD MENTAL EN PSICOLOGÍA HUMANISTA-EXISTENCIAL. Ajayu Órgano de Difusión Científica del Departamento de Psicología UCBSP, 1(1), 1-19. Recuperado en 16 de octubre de 2022, de http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2077-21612003000100001&lng=es&tlng=es
2, Trueba Atienza, Carmen. (2009). La teoría aristotélica de las emociones. Signos filosóficos, 11(22), 147-170. Recuperado en 17 de octubre de 2022, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-13242009000200007&lng=es&tlng=es
3, Goleman, D. (2018, 18 abril). La inteligencia emocional: Por qué es más importante que el cociente intelectual (1ra edición). Penguin Random House Grupo Editorial.
4, Carvajal-Carrasca, Gloria, & Caro-Castillo, Clara Virginia. (2009). Soledad en la adolescencia: análisis del concepto. Aquichan, 9(3), 281-296. Retrieved October 16, 2022, from http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1657-59972009000300008&lng=en&tlng=es.
5, Maguey, H. (2022, 4 mayo). Trabajemos en la tolerancia a la frustración. UNAM Global. Recuperado 16 de octubre de 2022, de https://unamglobal.unam.mx/trabajemos-en-la-tolerancia-a-la-frustracion/
6, La ansiedad en los adolescentes va en aumento: ¿qué está pasando? (s. f.). HealthyChildren.org. Recuperado 16 de octubre de 2022, de https://www.healthychildren.org/Spanish/health-issues/conditions/emotional-problems/Paginas/Anxiety-Disorders.aspx
7, Delgado, E., De La Cera, D., Lara, M., & Arias, R. (2021). Generalidades sobre el trastorno de ansiedad. Revista Cúpula, 35(1), 23-36.
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