Lectura de comprensión: su significado e impacto en educación básica
- Fecha de publicación: 12 de agosto de 2022

El impacto que tiene la lectura de comprensión en el desarrollo cognitivo y socioemocional de los alumnos de educación básica es enorme, sobre todo en la nueva era digital, donde el exceso de información y otros distractores pueden afectar su desarrollo.
En esta ocasión, te compartimos los aspectos más relevantes de la lectura comprensiva y cuáles son los factores que pueden afectar su desempeño, así como las claves para fomentar el hábito entre los estudiantes de educación básica.
La lectura como principio del conocimiento
La lectura de comprensión se refiere a «… la capacidad de un individuo de captar lo más objetivamente posible lo que un autor ha querido transmitir a través de un texto».
Expertos en la comprensión lectora aseguran que para dominar una lengua se requieren dos competencias lingüísticas: comprender lo que leemos y escuchamos y saber expresarnos a partir del conocimiento adquirido.
Desarrollar y dominar estas competencias lingüísticas no es sencillo, se requiere de estrategias dinámicas y ejercicios diseñados específicamente para diagnosticar e identificar los niveles de comprensión lectora.
Cuando hablamos de lectura comprensiva, nos referimos a una actividad que requiere otras habilidades cognitivas: concentración, memoria de largo plazo, capacidad de análisis y razonamiento crítico, así como un mínimo de conocimientos previos y, sobre todo, tener un genuino interés por el conocimiento.
A diferencia de la lectura de esparcimiento (aquella que se realiza como un hábito o pasatiempo), la lectura de comprensión implica que los lectores (dependiendo su edad y sus habilidades) puedan cumplir con un objetivo específico: analizar y entender un texto con un alto nivel de eficacia.
La lectura de comprensión es un asunto urgente
En los últimos 30 años, el tema de la comprensión lectora en Latinoamérica ha llamado la atención de organismos internacionales: en 2017, la Unesco advirtió que “más de 617 millones de niños y adolescentes no están alcanzando los niveles mínimos de competencia en lectura”.
Un año después, la prueba PISA presentó su informe de desempeño de lectura entre estudiantes de 15 años en 79 países. Chile ocupa la primera posición en Latinoamérica con 452 puntos. Sin embargo, a pesar de tener la evaluación más alta, sigue estando por debajo del puntaje promedio que sugiere la OCDE, que es de 487 puntos.
Haciendo uso de la lectura comprensiva, con los datos anteriores podemos deducir lo siguiente:
- La cantidad de niños y jóvenes reprobados en lectura de comprensión a nivel mundial es 3 veces mayor que toda la población de Brasil.
- Incluso los estudiantes mejor calificados en lectura comprensiva en Latinoamérica están por debajo de la puntuación mínima recomendada por la OCDE.
Estos datos pueden parecer poco alentadores, pero tienen un lado positivo: conocer la magnitud del problema nos permite entender sus riesgos y, en consecuencia, atender sus causas, ¿de qué manera? A través de mecanismos que ayuden a prevenir y combatir los efectos adversos que afectan el desarrollo integral de los jóvenes a nivel básico.
Es por eso que, hoy más que nunca, resulta urgente fomentar la lectura comprensiva, ya que no solo sirve para impulsar el desarrollo cognitivo y socioemocional de los niños y jóvenes, también funciona como un poderoso “antídoto” para contrarrestar los efectos negativos de estas nuevas enfermedades surgidas en la era digital.
3 retos de lectura comprensiva en la era de la infocracia
Comprender lo que leemos es una cualidad fundamental en cualquier etapa de la vida. Como señala la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE): «La competencia lectora permite comprender, usar, reflexionar e involucrarse en la lectura de textos escritos, con el fin de alcanzar metas propias, desarrollar el conocimiento y potencial personal para poder participar plenamente dentro de la sociedad».
En la era del Big Data, podemos acceder a miles de textos digitales en cuestión de minutos. De hecho, jamás en la historia de la humanidad fue tan fácil adquirir grandes cantidades de información; sin embargo, resulta paradójico que el acceso a toneladas de datos esté provocando que la población se muestre apática o desinteresada en la lectura comprensiva.
Esto ocurre porque el exceso de información rápida y digerible provoca que los libros parezcan “artículos poco prácticos”, ya que exigen períodos de concentración mayores a los de una reseña o un video tutorial por Internet.
Es un hecho que el acceso a la información tiene enormes beneficios, pero también ha generado que los jóvenes recurran cada vez más a prácticas de lectura menos comprometidas con la comprensión.
Lo anterior tiene su lógica si consideramos que un gran sector de Internet está diseñado para consumir contenidos entretenidos y poco reflexivos, es decir, que no requieran de una lectura comprensiva.
En el libro Infocracia, Byung-Chul Han nos advierte de los peligros que acarrea este “frenesí de la comunicación y la información”, destacando algunos fenómenos de conducta que ya se perciben en los jóvenes a temprana edad. Estos son los más frecuentes:
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Infodemia
Según un informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la infodemia se define como «una cantidad excesiva de información ‒en algunos casos correcta, en otros no‒ que dificulta que las personas encuentren fuentes confiables y orientación fidedigna cuando las necesitan».
El acceso indiscriminado a cualquier tipo de información mediante Internet (principalmente las redes sociales), ha generado un crecimiento exponencial de información que resulta imposible verificar y que en la mayoría de los casos resulta falsa o tendenciosa, diseñada para captar la atención de los usuarios, ya sea para manipular la opinión o para tener un público cautivo con fines comerciales.
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FOMO
La palabra proviene de la expresión en inglés Fear of Missing Out, es decir, “temor a perderse de algo” y fue acuñada por el doctor Dan Herman a finales de los 90 mientras estudiaba los fenómenos de ansiedad, sobre todo en los jóvenes, que pasaban muchas horas en la red porque tenían miedo de “no estar al tanto” de todo lo que estuviera ocurriendo en el mundo.
Si la infodemia es una causa de la incapacidad de concentración para realizar una lectura crítica, el síndrome FOMO es la consecuencia directa. Esta se manifiesta claramente en las redes sociales, donde la participación de los usuarios es cada vez más viral porque existe una sensación de que, quien no interactúa, no parece existir en el mundo virtual.
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Technostress
Mejor conocida como Síndrome de fatiga informativa o IFS por sus siglas en inglés (Information Fatigue Syndrome), el término surgió en 1996 a través de un informe de Reuters titulado Dying for information?
Inicialmente, este síndrome se manifestaba en personas entre 20 y 35 años que debían estar en contacto con enormes cantidades de información, ya sea por cuestiones escolares o de trabajo y pasaban una gran parte del día navegando en Internet.
Según un estudio de Healthy Children, actualmente la ansiedad y el estrés por exceso de información afecta a 1 de cada 3 adolescentes entre 13 y 18 años y uno de los principales factores de riesgo es la hiperconexión: el contacto permanente con información emanada de las redes sociales, uno de los terrenos más propicios para que la infodemia, el FOMO y la fatiga informativa se hagan presentes.
Bajo este escenario en donde la información ocurre tan rápido, la concentración y la atención que requiere una verdadera lectura de comprensión resulta todo un reto.
Es un hecho que la revolución digital ha traído grandes cambios positivos en la educación. Sin embargo, aún con todos los avances y recursos tecnológicos, el proceso de lectura sigue siendo uno de los procedimientos cognitivos que no ha cambiado en los últimos dos mil años y, de hecho, sigue siendo la única forma de adquirir conocimiento significativo y perdurable.
Esto no quiere decir que la solución consista en prohibir el uso de Internet y los dispositivos móviles, al contrario: la clave está en buscar estrategias innovadoras que logren una interacción entre la tecnología y el proceso de lectura.
2 elementos clave para fomentar una lectura de comprensión de alto impacto
Se ha hablado mucho sobre la importancia de saber leer y comprender un texto. Por supuesto, ¿qué duda cabe? Todos coincidimos en que la lectura de comprensión es buena, ¿habrá alguien que en su sano juicio afirme lo contrario?
Sin embargo, hay algo de lo que no se habla con mucha frecuencia y es sobre cómo hacer que la lectura comprensiva sea aprovechada al máximo, sobre todo por los estudiantes de educación básica.
En pocas palabras, no se trata de concentrarnos en qué tenemos que hacer, sino en cómo debemos hacer para que el acto de leer y comprender recupere su valor original. Bajo este argumento, existen 2 paradigmas estratégicos que ya han demostrado su eficacia.
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Dar a la lectura la misma importancia que al lenguaje
Es natural que los padres o docentes muestren preocupación cuando los niños hablan de forma incorrecta. En la mayoría de los casos, los adultos señalan el error para que los menores vayan mejorando su habilidad verbal.
Con la lectura de comprensión no suele ocurrir lo mismo: las carencias cognitivas que pueda presentar un menor cuando lee un texto suelen pasarse por alto y corregirse solamente cuando el error es muy evidente.
Dar a la lectura el mismo valor que al lenguaje hará que los niños y adolescentes le presten mayor importancia y pongan mayor empeño en mejorar su capacidad para comprender un texto.
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Adaptar la lectura comprensiva a la realidad de las nuevas generaciones
Es evidente que no podemos ir contra la corriente tecnológica y que la política de la cancelación de dispositivos electrónicos dentro de las aulas no ha ofrecido buenos resultados.
Es un hecho: la lectura comprensiva no ha mejorado a partir de aislar a los estudiantes de la tecnología, ni prohibiendo los dispositivos móviles o el acceso a Internet. En realidad, esta estrategia ha generado efectos más bien negativos, ya que los alumnos ven en la restricción un castigo y a la comprensión lectora como la culpable.
Entonces, ¿por dónde empezar? Por un cambio en la dinámica de aprendizaje, generar estrategias que no pretendan adaptar a los alumnos a los criterios de la comprensión lectora, sino al revés: adoptar estrategias que permitan a la lectura comprensiva adaptarse al entorno de los alumnos.
es un claro ejemplo de que esto es posible: a través de su plataforma diseñada bajo la pedagogía de la gamificación, ofrece a los docentes y estudiantes un entorno amigable y muy fácil de manejar.
Los contenidos deestán alineados con las habilidades que evalúa la prueba internacional PISA y su estructura permite que los recursos tecnológicos como el proceso lector puedan convivir en un ambiente que resulta familiar para los estudiantes más jóvenes, motivando en ellos el gusto por la lectura comprensiva.
Referencias
Márquez Jiménez, A. (2017). A 15 años de PISA: resultados y polémicas. Perfiles educativos, 39(156), 3-15.
Han, B. (2022). Infocracia. La digitalización y la crisis de la democracia. Taurus.
Luri, G. (2020). Sobre el arte de leer: 10 tesis sobre la educación y la lectura. Plataforma.
Úbeda, G. A. F. (2016). Estrategias metodológicas para fomentar la comprensión lectora. Revista científica de FAREM-Estelí, (20), 5-19.
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