Durante la pandemia, 4 millones de estudiantes latinoamericanos abandonaron sus estudios. Hoy más que nunca, las universidades necesitan recursos de calidad para involucrar a los alumnos en el proceso de aprendizaje. Pero los recursos no pueden ofrecer resultados por sí mismos, necesitan estrategias efectivas para motivarlos a comprometerse con su educación y concluir con éxito su carrera.
Las siguientes estrategias tienen como objetivo combatir el abandono escolar en el modelo de educación superior a distancia. ¿De qué manera? A partir del uso inteligente de recursos y dinámicas que los motiven a alcanzar su meta profesional, y generar un sentido de pertenencia con la institución.
Lo que más puede motivar a un estudiante universitario hoy en día, es saber que todo lo que está aprendiendo en la escuela tendrá un gran impacto en su vida profesional, y ese es uno de los objetivos del aprendizaje continuo, también conocido como lifelong learning.
Aunque la educación superior sigue teniendo mucho prestigio, es un hecho que ya no es suficiente contar con un título universitario. Hoy en día, también es necesario desarrollar nuevos conocimientos y habilidades que se integren a los conocimientos previos.
A nivel global, las cifras de desempleo en América Latina afectan directamente a la población en edad universitaria: en 2020, más de 23 millones de jóvenes no contaban con una carrera o un trabajo estable, y más de 30 millones tenían que acceder a empleos informales por no contar con suficiente preparación profesional.
Conecta a los jóvenes con la realidad que se vive en el mercado laboral actual, ya que la educación superior es una gran oportunidad para promover el aprendizaje permanente como un diferencial que les permita destacar su modelo de aprendizaje.
Los alumnos tendrán una nueva perspectiva sobre su futuro, y la confianza de que tu institución no solo los está preparando para dominar una carrera, sino también para enfrentar los cambios tecnológicos cada vez más acelerados en esta era digital.
Motívalos a recuperar el sentido genuino de la educación: en la segunda Revolución Industrial la educación era sistemática y estandarizada, muy similar al ensamblaje de un auto: el alumno pasaba por varios “procesos” en donde era capacitado, hasta llegar a la educación superior, donde terminaba su “ensamblaje” educativo.
Hoy en día, el aprendizaje permanente nos permite romper con este paradigma obsoleto y cambiar la percepción del estudiante universitario para motivarlo a continuar de manera permanente su formación, aun después de haber concluido su carrera.
Este es el diferencial motivador del aprendizaje permanente: logra que los estudiantes comprendan que la universidad no es el ciclo final de su proceso académico, sino el principio de un largo camino de aprendizaje que los acompañará toda la vida.
Las cosas que recordamos con mayor intensidad son aquellas que causaron impacto en nuestras vidas, es decir, aquellas que nos dejaron una experiencia significativa. Es por eso que el aprendizaje experiencial se ha convertido en uno de los modelos pedagógicos más importantes para la educación superior, e incluso para el desarrollo de talento humano en las empresas.
La experiencia de aprendizaje ocurre cuando los estudiantes se enfrentan a diversos desafíos educativos que deben resolver de forma gradual. En cada etapa pondrán en práctica sus conocimientos previos, pero también se verán motivados a adquirir y desarrollar nuevas habilidades.
Aunque las experiencias de aprendizaje se nutren de la teoría, alcanzan su máximo potencial en el ejercicio y la práctica, transformando las dinámicas de clases en espacios diseñados para generar conocimiento significativo y vivencial.
Como señala Bradberry, autor de Inteligencia Emocional 2.0, “toda experiencia se basa en ponernos a prueba para después enseñarnos una importante lección”, y esto es precisamente lo que debemos considerar en la educación a distancia: diseñar una experiencia de aprendizaje que posteriormente se convierta en conocimiento.
A muchos docentes les preocupa que la educación remota limite la capacidad de hacer proyectos. Lo cierto es que hay una enorme variedad de opciones para que los estudiantes puedan trabajar con ellos sin tener que estar presentes, “proyectos habitualmente inspirados en problemas reales, que los estudiantes deben resolver en grupo”.
No importa la carrera que estén cursando ni la naturaleza del proyecto que tengan en mente, los estudiantes pueden presentar sus trabajos de forma virtual, ya sea compartiendo videos en la plataforma, e incluso haciendo una transmisión en vivo para observar el proceso en tiempo real.
Los escenarios didácticos situacionales son un camino seguro para motivar a los alumnos a mejorar su desempeño mediante experiencias de aprendizaje. Pensemos, por ejemplo, en la carrera de mercadotecnia, y en el impacto que tendría para un grupo de estudiantes presentar una campaña publicitaria, mientras que otros alumnos simulan ser inversionistas potenciales.
Podemos simular escenarios didácticos como estos en cualquier carrera, siempre y cuando tomemos en cuenta un factor principal: que el entorno diseñado para cada proyecto sea lo más parecido a la realidad.
Tan solo en 2020, a inicios de la pandemia, más 23 millones de personas migraron al trabajo remoto, proyectos de trabajo se presentan en línea, lo que nos hace preguntarnos: ¿por qué no estamos familiarizando a los jóvenes universitarios con esta práctica?
Las redes digitales son la principal forma de interacción humana a distancia, y uno de los recursos más importantes para el aprendizaje colaborativo: nos permiten involucrar a una gran cantidad de alumnos en entornos virtuales donde pueden intercambiar ideas e información mientras desarrollan sus habilidades colaborativas.
Como señalan varios expertos, actualmente “las redes de conocimiento constituyen la máxima expresión del hombre como productor de conocimientos, y su necesidad de intercambiar, compartir y transferir lo que aprende y crea a partir de la interacción a través de una plataforma tecnológica”.
Además de ser una estrategia muy innovadora, también apuesta por la fidelización de nuestros estudiantes a distancia, y esto se debe a una razón fundamental:
Al involucrar a los alumnos en la construcción de una red de conocimiento, generan un sentido del compromiso con sus compañeros, y una identidad de pertenencia con la institución.
Una red virtual de conocimiento requiere de dos herramientas imprescindibles:
En tan solo dos décadas, las plataformas LMS (Learning Management System) ha crecido más del 900%, y esto se debe a que las TIC dejaron de ser un recurso de apoyo para convertirse en el soporte principal en el aula, sobre todo en el modelo híbrido y de educación a distancia.
Cuando hablamos de “alto rendimiento” nos referimos a su capacidad para satisfacer todas las necesidades de una institución de educación superior:
A causa de la pandemia mundial, la educación remota se convirtió en el entorno de aprendizaje más utilizado para la educación superior. Esto motivó a las instituciones a contar con una plataforma de aprendizaje, pero también con una biblioteca virtual capaz de ofrecer el soporte académico necesario, con contenidos actualizados y de calidad.
Una biblioteca virtual diseñada para la educación superior no solo debe ofrecer contenido bibliográfico digitalizado, también debe contar con material multimedia, y una amplia variedad de recursos para integrarse orgánicamente al aprendizaje a distancia.
Hablamos de características que no tienen las bibliotecas físicas: funciones de interacción tecnológica que hacen de la biblioteca virtual un entorno de interacción y colaboración para la comunidad universitaria, optimizando la capacidad de búsqueda y procesamiento de datos.
Una buena Biblioteca Virtual evitará que los estudiantes sigan recurriendo a los buscadores de Internet, visitando sitios poco confiables, incluso peligrosos, que ofrecen material didáctico dudoso y de poco valor pedagógico.
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